Bilbao - El derbi vasco no había sido caliente. Más bien, muy descafeinado y sin ningún rastro de violencia. Nada hacía indicar que se produciría una trifulca tan barriobajera. Apenas se habían registrado piques entre los jugadores de dos equipos que siempre acostumbran a protagonizar ásperas batallas, pero sin embargo se desencadenó la gran batalla cuando restaban 7,2 segundos para la conclusión de la velada. En un contragolpe local, Dejan Todorovic se dispuso a anotar una plácida canasta que iba a hacer todavía más grande la herida vitoriana. Sin embargo, se pasó de frenada e incurrió en pasos perfectamente apreciados por los árbitros.

Tras serle señalizada esta infracción, Shengelia golpeó por la espalda a un exterior balcánico que no tardó muchos segundos en revolverse y buscar las cosquillas al georgiano. Entonces, se inició una batalla campal que sonrojó a todo el mundo del baloncesto. Toko reaccionó con virulencia y soltó un derechazo en todo el rostro del hombre de negro, al que rápidamente acudió en su auxilio Dairis Bertans. El letón también se enzarzó con el cuatro baskonista. Ambos intercambiaron caricias mientras la gresca empezó a subir de tono. Se produjo entonces la invasión de campo de los dos banquillos mientras los árbitros ya eran incapaces de domar a todas las fieras descontroladas.

Para colmo de los despropósitos y estupor generalizado, apareció de entre las gradas Sergio Sánchez, un antiguo jugador del Bilbao Basket retirado a los 29 años -en la actualidad ejerce como nexo de unión entre el conjunto bilbaino y los clubes, colegios e ikastolas de Bizkaia- para echar más leña al fuego y desencadenar la virulenta reacción de los hermanos Diop. Entre tanto puñetazo y mandoble, sólo hubo un gesto edificante a destacar. El de Shengelia consolando a un joven niño con cara de miedo y sentado en primera fila que no daba crédito a lo que estaban presenciando sus ojos.

Los árbitros descalificaron al georgiano y, en una decisión sin precedentes, obligaron a los dos banquillos a abandonar la cancha quedando únicamente cuatro jugadores por bando además de los dos técnicos. A la conclusión del encuentro, todos estaban avergonzados. “Desgraciadamente, en programas de deportes que nunca hablan de baloncesto van a hablar ahora de esto. Los que amamos el baloncesto tenemos que olvidar esto cuanto antes porque no es bueno para nuestro deporte”, reconoció un frustrado Ibon Navarro. Tillie, que como toda la plantilla azulgrana tuvo que aguantar el griterío de los aficionados locales al abandonar Miribilla, fue el único visitante que dio la cara para exponer su tristeza. “Ha sido la frustración acumulada. Fue algo lamentable y no podemos reaccionar así. Hay que ser más inteligentes”, censuró el francés. La ACB tiene la última palabra, pero debería haber sanciones ejemplarizantes.

Tras la derrota de ayer en Miribilla, el Laboral Kutxa se ha despedido virtualmente de la pelea por ser cuarto y, a lo sumo, aspirará a partir de ahora a terminar sexto de la fase regular. De momento, es octavo con las mismas victorias que el noveno (Gran Canaria).