vitoria - No se puede volver atrás para rectificar los pecados cometidos durante la primera vuelta en el convulso trayecto hacia la Copa del Rey, pero la actual temporada todavía deja margen suficiente para la redención y las sensaciones que irradia este renovado Baskonia son diferentes. Antes de encarar el enfrentamiento ante tres pesos pesados como el Anadolu Efes, el CSKA y el Real Madrid, pocos auguraban la aparición de un equipo tan competitivo que únicamente sucumbiese ante la lógica en el último suspiro tras ir muchos minutos por delante en el marcador. Si se asimilan de buen grado, derrotas así alimentan la autoestima colectiva y sirven en el fondo para crecer pese al tremendo bajón que supone haber dejado escapar por centímetros un tren tan atractivo como la cita del KO.

En plena reconstrucción, los vitorianos tienen ahora ante sí el reto de confirmar estos brotes verdes ante adversarios más terrenales. Las esperanzas continúan abiertas en los dos torneos de caza mayor (la Liga ACB y la Euroliga). De ahí que, comenzando este viernes con la visita del Nizhny Novgorod en el marco de la tercera jornada del Top 16, toca reponerse anímicamente, superar la mochila psicológica de la orfandad de triunfos lejos del Buesa Arena y comenzar una escalada de éxitos que lleve a los alaveses a concluir este ejercicio con un buen sabor de boca.

Los objetivos pasan ineludiblemente por tratar de estirar al máximo las pocas posibilidades de alcanzar los cuartos de final en la máxima competición continental y, sobre todo, incrustar la figura en la zona noble a nivel doméstico. A dos victorias en la actualidad de las series finales por el título, el plantel azulgrana se halla obligado no sólo a encaramarse cuanto antes a una de las ocho primeras posiciones sino buscar la mejor ubicación posible en aras de garantizarse un cruce benigno en la primera ronda. En caso contrario, las consecuencias serían fatales y podría incluso tambalearse el mayor tesoro -la licencia A- con que cuenta el club en la actualidad.

Domar a los dos bases Cualquier resultado que implique al término de la fase regular esquivar a los todopoderosos Real Madrid y al Barcelona será bienvenido si el Laboral Kutxa mantiene su progresión y da continuidad a los grandes minutos que certificó el domingo en el Barclaycard Center de Madrid. Por el bien de todos, ya no caben más pasos atrás ni nuevas recaídas por parte de un combinado que trata a marchas forzadas de recortar el tiempo desperdiciado durante unos primeros meses de competición presididos por la inestabilidad y los bandazos de la cúpula directiva a la hora de configurar el esqueleto definitivo.

Es la hora de dejar trabajar con tranquilidad a un entrenador sensato y cabal que, eso sí, todavía debe atar bastantes cabos que no están sueltos. Porque no será fácil definir las jerarquías en un equipo dirigido por dos bases indomables como James y Adams, tan volcánicos como individualistas. La llave del éxito pasará por encontrar un término medio entre el filón de la explosividad de los dos estadounidenses y la extrema peligrosidad de no implicar a otros valiosos componentes del plantel. Se da la curiosa circunstancia de que la actuación más excelsa del Laboral Kutxa en mucho tiempo se gestó sin la producción ofensiva de ambos. James sumó un solitaria punto tras lanzar cuatro tiros a canasta, mientras que Adams acabó inédito tras desperdiciar sus siete lanzamientos.

A la indudable pólvora en ataque queda encontrar el contrapunto de la solvencia defensiva, la principal incógnita en lo que resta de curso por la carencia de grandes especialistas en esta materia. Se echa todavía demasiado de menos esas gotas de solidez para resolver encuentros en una aciaga velada ofensiva, una seña de identidad de cualquier conjunto grande que se precie. Puede que dentro de un tiempo, una vez se consiga la química entre los integrantes de Ibon Navarro y se redefinan con más precisión los roles, se solventarán con éxito esos finales a cara o cruz que ahora tanto se atragantan.

Con una plantilla lo suficientemente larga y más compensada que la que echó a rodar bajo los mandos de Marco Crespi, el Baskonia tiene poco que envidiar a la mayor parte de rivales en la ACB. No hay ostensibles diferencias entre la pujanza de los titulares y los suplentes, aunque es obvio que se sigue esperando aún la mejor versión de algunos fichajes que no terminan de responder a las elevadas expectativas. Son principalmente los casos de Shengelia y Bertans, capaces de alternar buenos momentos con otros de ofuscación y desorientación. En el lado positivo de la balanza aparecen los franceses Causeur y Tillie, renacidos de la mano de Ibon Navarro. En definitiva, más luces que sombras pese al reciente varapalo que ha supuesto el adiós a la Copa del Rey dieciocho años después.