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Reacción tardía. Se repitió el guión de todos los partidos a domicilio con un Baskonia que se limita al intercambio de golpes y olvida el sacrificio defensivo en el vestuario. Tiene una labor complicada para domar a dos eléctricos e individualistas bases en la dirección que no saben proporcionar pausa. Con todo, la reacción tras el descanso fue meritoria. El vitoriano redujo ayer el minutaje de San Emeterio
Hay montañas imposibles de ser holladas por mucho que uno le ponga todo el empeño del mundo y trate de rebelarse con un corazón enorme. Como dictaba la lógica antes del salto inicial, el Baskonia se trajo ayer de Moscú una derrota previsible que formaba parte de todos los pronósticos previos. Tras rubricar una oscura primera mitad que anticipó una auténtica escabechina, el ramalazo de orgullo después del descanso propició, a la postre, un marcador decoroso y digno. Sin embargo, el CSKA ganó cómo y cuándo quiso con una autoridad insultante. Ni siquiera se inmutó y emitió algún síntoma de debilidad cuando la puntería exterior y la leve mejoría defensiva acercaron a los alaveses a cuatro puntos (81-77) ya dentro del último cuarto.
Un brote de esperanza que la cruda realidad se encargó de cercenar cuando las altaneras figuras locales -para algo perciben sueldos multimillonarios y son inmunes a la presión- acudieron al rescate para restablecer el orden y prolongar una jornada más la imbatibilidad en la Euroliga. Teodosic, Weems y De Colo, indefendibles para cualquiera, restauraron el rodillo moscovita en otra velada de brazos caídos en defensa y de gatillo fácil en ataque. A ello se ha abonado en los últimos tiempos este anárquico Laboral Kutxa que, tras la brusca reconstrucción vivida a finales de año, en plena pretemporada y todavía en busca de los automatismos necesarios, continúa sin interiorizar que el intercambio de golpes ante adversarios superiores depara consecuencias funestas.
Mientras adolezca de capacidad de sufrimiento a la hora de poner trabas a las estrellas rivales y sea incapaz de añadir cloroformo a determinados tramos de partidos de alto riesgo, este equipo seguirá amputado de pies y manos para crecer. La apuesta por dos bases eléctricos, individualistas y faltos de pausa deja escaso margen para alcanzar la solidez soñada. De nada sirve ese baloncesto alegre y vertiginoso que demanda la presencia de James y Adams al frente del timón cuando no existe el más mínimo rigor para desempeñar con acierto facetas indispensables del juego. El CSKA destapó las débiles costuras azulgranas, aunque cayó en la autocomplacencia al verse infinitamente superior a un Baskonia con la lengua fuera para mantener el tipo.
Segunda derrota en el Top 16 y la sensación de que la plantilla debe pulir muchos defectos si quiere llegar con alguna esperanza de clasificación al epílogo de esta segunda fase. Más le vale a los vitorianos encargar otro disfraz más belicoso y contener el afán individualista de muchos de sus pupilos con el fin de no ser una mera figura decorativa en lo que resta de Euroliga. En cualquier caso, todavía es pronto para que los fantasmas de la pasada temporada sobrevuelen por el Buesa Arena.
Hay jornadas del calendario que conviene tachar de antemano a la hora de buscar alegrías redentoras. La visita al Universal Sport Hall, donde anida el gran coco de la Euroliga y uno de los candidatos más firmes al reinado continental, debía servir para minimizar daños y no ver excesivamente lastimada la autoestima. Y, al menos, eso sucedió. Poco o nada pudo hacer un abúlico Baskonia ante el imbatido ogro ruso, cuya suficiencia resultó pavorosa en los albores del duelo. Y es que no tardó demasiado el CSKA en delimitar su territorio. Si el gigante del Ejército Rojo se ha estrellado durante las últimas campañas en la Final Four por culpa de la arcaica y soporífera propuesta de Ettore Messina, los moscovitas buscan ahora reverdecer viejos laureles impulsados por un baloncesto repleto de dinamismo, vistoso y voraz. Dimitris Itoudis, algo más que un simple aprendiz del célebre Obradovic en el Panathinaikos, le ha inoculado un estilo atractivo que ayer devoró al Laboral Kutxa a base de fugaces y meteóricas transiciones.
El pésimo balance defensivo azulgrana se tradujo en infinidad de canastas fáciles en contra. El vertiginoso ritmo local desfiguró el rostro a los alaveses, incapaces de capear el temporal y ultradependientes de su, por momentos, ínfimo acierto exterior. Camparon a sus anchas los estiletes rojos para convertir la velada en un mal trago durante muchos minutos. Si se sostuvo medianamente en pie el Baskonia fue por los enormes réditos del rebote ofensivo y su meritoria reacción tras el intermedio. Lástima que adoleciera de fe y convicción en el epílogo tras reducir casi toda la desventaja acumulada en el marcador.
Facilidades atrás. El Baskonia volvió a desangrarse en el Universal Sport Hall por su escasa actividad atrás en el uno contra uno y, sobre todo, su deficiente balance defensivo. Algo que permitió a los rusos infinidad de canastas fáciles.
Un CSKA poco exigido. Imbatido hasta la fecha y con un demoledor juego exterior, los moscovitas camparon a sus anchas durante muchos minutos sin que el Laboral Kutxa le apretara las tuercas lo más mínimo.
Orgullo tras el descanso. Podía haber sido una escabechina, pero los vitorianos reaccionaron con brillantez en una segunda parte donde anotaron la friolera de 54 puntos frente a un anfitrión que cayó en la autocomplacencia.
Estuvo contenido en ataque durante muchos minutos, pero es el jugador con mejor lectura de juego y el que más se sacrifica en defensa. Lástima que adolezca de amenaza exterior.