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Un Baskonia sin argumentos. Otro partido lejos del Buesa Arena en el que el Baskonia no dio la talla y se desangró por su exasperante debilidad defensiva. Varios jugadores necesitan una transfusión sanguínea para ser mínimamente competitivos y, mientras eso no suceda, su trabajo residirá en reducir la rotación y ponerse en manos de los que sacrifiquen y se partan la cara atrás.
Sin argumentos. El 0-1 obra de Bertans fue la única ventaja a favor de un Baskonia que volvió a carecer de alma y fue superado de cabo a rabo por un CAI con más rigor y empaque.
Pasividad atrás. El Laboral Kutxa sólo vive de la anotación y no entiende que para ganar partidos, especialmente lejos del Buesa Arena, necesita ‘pegarse’ y mostrar otro espíritu gladiador. Muy pocos jugadores tienen mentalidad par sufrir.
Grandes señalados. Varios peones de Ibon Navarro rayaron a un nivel decepcionante en tierras mañas. Bertans, Iverson, Shengelia y el recién llegado Adams naufragaron por completo y pasaron de puntillas por un encuentro trascendental.
Zaragoza - La Copa se escurre definitivamente de las manos. Sólo las matemáticas sostienen a un Baskonia que no ha contraído ningún mérito para figurar en el cartel del Gran Canaria Arena. La séptima derrota a domicilio sepultó definitivamente a los alaveses, incapaces de alcanzar unos mínimos cuando no se ven respaldados por el cobijo del Buesa Arena. En una reedición de una película muy vista en el presente ejercicio, el conjunto vitoriano constituyó una presa fácil para un CAI muy superior que echó las últimas paladas de tierras a la consecución de un objetivo utópico. Siempre a rebufo en el marcador, con lo que ello implica en cuanto a desgaste emocional, se perdió la batalla crucial que debía meterle de lleno en la pelea por una de las dos últimas plazas que todavía penden de un hilo.
Ni siquiera un pleno de victorias en las tres jornadas restantes puede evitar la pesadilla de contemplar por televisión el torneo más emotivo del curso. El problema reside en que todavía resta encarar un desplazamiento mortal de necesidad a Madrid y el margen es de dos triunfos de desventaja. En definitiva, un imposible para un colectivo desprovisto de alma que no sabe conjugar el verbo defender y cuyo espíritu guerrillero quedó por enésima vez en entredicho. De nada sirve la calidad cuando brillan por su ausencia otros intangibles imprescindibles como la intensidad, la casta y la raza. Demasiada inconsistencia en una tropa que pretende vivir exclusivamente del frenesí anotador de buena parte de sus contendientes. El baloncesto abarca muchas otras vertientes y el Laboral Kutxa, zarandeado por un sinfín de cambios que no le ayudan a encontrar la estabilidad, se desangra por una tibieza que clama al cielo.
El 0-1 anotado por Bertans representó su solitaria ventaja en una velada que retrató a varios jugadores. Nombres como Bertans, Shengelia, Iverson o Adams restaron más que sumaron. Apenas hubo que rescatar el primer cuarto de James, la constancia de un incansable San Emeterio y el trabajo de intendencia de Begic bajo los aros. Demasiado poco ante un CAI que tuvo barra libre para hacer lo que quiso y siempre halló respuestas para llevar la delantera en el marcador. Las ilusiones en la maleta rumbo al Príncipe Felipe se tornaron, a la postre, en una pesadilla dolorosa por el último ejercicio de impotencia lejos de Zurbano.
Volvió a dejar mucho que desear el Baskonia en labores defensivas y el dominio maño se hizo patente en una primera mitad a pecho descubierto y presidida por el incesante intercambio de golpes. Pega uno desde la larga distancia y respondía el otro con mayor contundencia. El primer derechazo local fue amortiguado merced a un irresistible James, cuya devastadora pegada -su estado de gracia le llevó incluso a encestar un triple desde propio campo para clausurar el primer cuarto- mantuvo vivas las constantes azulgranas.
En realidad, se repitió el guión de todos los desplazamientos de la actual temporada. Una jornada más, emergió un visitante que trata de agarrarse a los partidos merced a su munición ofensiva y el instinto asesino de sus tiradores pero que olvida en el vestuario el sacrificio atrás y abre pasadizos asombrosos a los rivales para anotar desde cualquier posición. La debilidad en el uno contra uno y su deficiente balance defensivo desembocaron en una ingente cantidad de puntos en contra. A las acometidas iniciales del obrero Katic se sumaron los apuros de San Emeterio para contener a Robinson de espaldas al aro, las dudas de los bases ante el cerebral Llompart en la dirección o la debilidad física para reducir la capacidad atlética de Landry.
Tras alcanzar la máxima renta en el electrónico (60-48) al comienzo del tercer cuarto, Ibon Navarro decidió experimentar con la apuesta por sus dos bases. Subió líneas el Laboral Kutxa y metió el miedo en el cuerpo a un anfitrión con la ideas claras para hurgar en los puntos débiles alaveses. Para colmo de males, emergieron las figuras de Goulding y Jelovac con el fin de frustrar todos los intentos de remontada. En definitiva, la puñalada definitiva que alumbra, como ya comentó Querejeta, un fracaso histórico. Tras jugar con fuego la pasada temporada, los vitorianos se han quemado esta vez con todo merecimiento. Algo que se veía venir cuando quedó configurado en verano un proyecto con numerosas piezas difusas y huérfanas de sangre.
El único que transmite algo de garra, raza y casta a un equipo tibio que no sabe sufrir. No encontró la fórmula para secar a Robinson, pero se echó el equipo a la espalda en ataque.