vitoria - Thomas Heurtel nunca deja indiferente a nadie. O se le ama o se le odia a partes iguales. Cumple su cuarta temporada y por su personalidad tan particular no ha conseguido la unanimidad de la grada del Buesa Arena, siempre temerosa ante un epílogo taquicárdico en el que la presencia del francés depara un subidón de adrenalina o una frustración de dimensiones siderales. La moneda al aire puede salir cara y también cruz. Todo depende del grado de ingenio de un base capaz de salir a hombros de la plaza o ser objeto de la crítica más ácida en función de la suerte que corra el Baskonia. En Klaipeda, pudo haberse disfrazado de héroe y haber puesto el broche de oro a una actuación asombrosa de haber anotado esa suspensión de cinco metros. Sin embargo, nadie osó culpabilizarle del desastre ante el Neptunas porque, con anterioridad, venía de firmar 8 triples y 31 puntos. En cambio, todos los dedos acusadores se dirigieron ayer hacia su figura cuando se consumó el 83-82 en el Olímpico.
Heurtel estaba completando otra jornada más una notable actuación al frente de timón y, de largo, opositaba para erigirse en el brazo ejecutor del Laboral Kutxa. Su colección de puntos y asistencias así lo atestiguaba. Pese a otro atracón de minutos ante la incapacidad de Perkins para oxigenarle con ciertas garantías, el uno de Beziers supo guiar con acierto al equipo para tratar por fin de romper el maleficio como visitante en la presente campaña. Sin embargo, con 52-67 en el marcador equivocó el camino hacia la gloria en la matinal.
El Joventut había escrito su acta de defunción y parecía resignado a su suerte. Apenas hubiesen bastado unas dosis de oficio y sangre fría para sepultarle bajo tierra. Pues bien, Heurtel pecó de ansiedad y propició la resurrección verdinegra imponiendo un ritmo vertiginoso que no venía a cuento. De repente, el Baskonia obvió el juego coral con el que acertó a despegarse en el marcador. De las temerarias manos del galo comenzaron a surgir tiros precipitados y sin ningún sentido que permitieron al conjunto de Maldonado cerrar el tercer cuarto con un parcial de 8-0.
Con buen criterio, Ibon Navarro le retiró momentáneamente de la cancha con la intención de que reflexionara y se tranquilizara. El técnico vitoriano dio un nuevo voto de confianza a Perkins, con el que el encefalograma plano en ataque adquirió tintes sonrojantes. Sin resentirse su ventaja en el electrónico, el Laboral Kutxa tan solo fue capaz de anotar una canasta -obra de Mirza Begic- entre los minutos 30 y 35.
El peor repertorio de Heurtel, sin embargo, estaría por llegar. Mientras ninguno de sus compañeros daba un paso al frente para asumir la responsabilidad, el internacional bleu volvió a ser el único integrante azulgrana con la personalidad suficiente para jugarse los balones calientes.
Dos canastas suyas colocaron a los alaveses en una posición inmejorable (76-79), pero entonces inició su espiral de despropósitos. En primera instancia, se dejó arrebatar un balón por la espalda al conducir el balón que se cobró una falta más adicional de Vidal (81-79). A renglón seguido, falló una canasta de dos y cogió su propio rebote en ataque que precedió los pasos de Iverson. El colmo del desatino ya sería su balón a la grada con 82-79 que enterró las últimas opciones.
Twitter. La derrota en Badalona desató una rosario de críticas en las redes sociales, especialmente focalizadas en algunos jugadores, que provocaron a su vez encendidas defensas de estos mismos jugadores por parte de otro sector menos crítico.
El exterior esloveno irrumpió con una fuerza devastadora en el equipo vitoriano, pero lleva varios encuentros desaparecido en combate y rayando a un nivel ínfimo. En Badalona, completó otra actuación aciaga anotando uno de sus cinco tiros de campo.