vitoria - Con dosis de suspense y un pundonor que hacía tiempo no mostraba, el Baskonia solventó ayer una situación límite que le permite encauzar su billete hacia el Top 16. Fue el triunfo del corazón por los ingentes minutos en los que se vio abajo en el marcador y dominado por un rival superior. La fe siempre mueve montañas y la perseverancia alavesa terminó por dar los frutos deseados en un final taquicárdico. Tras un pick and roll salvador a tres segundos de la conclusión entre Heurtel e Iverson, el héroe de la velada que empieza a granjearse la confianza de sus compañeros, la suerte del cielo o del infierno estuvo en ese tiro angulado de Micov sobre la bocina que hizo contener la respiración a todos los presentes en el Buesa Arena.

El balcánico, uno de los que hizo la vida imposible al desnortado anfitrión, no hizo diana con ese arqueado lanzamiento de seis metros donde estaban depositadas muchas de las esperanzas azulgranas de clasificación hacia la segunda fase continental. Con todo, aún habría tiempo para la incertidumbre después de que el árbitro principal reclamara el Instant Replay para saber si Perkins había rebañado el balón en su camino hacia el aro. Se vio con nitidez que el estadounidense no incurrió en ninguna acción punible y el recinto de Zurbano, necesitado de un puñado de desfribiladores para contener unos nervios a flor de piel, respiró aliviado.

Triunfo angustioso que estuvo en el aire durante muchos minutos ante el dominio del Galatasaray, subidón emocional para un equipo que reencontró la química con la grada y ramalazo de orgullo en un momento crítico. Para ser justos, tampoco faltó esa necesaria pizca de fortuna porque el conjunto turco se disfrazó de perdonavidas en el epílogo con varios errores infantiles. La eliminación del indefendible Aldemir en el minuto 37 constituyó el primer golpe mortal de necesidad para un Galatasaray que tuvo en Micov y, sobre todo, el elegante Erceg a sus auténticos faros ofensivos.

crespi encuentra el quinteto Tras jugar con fuego y verse al borde del colapso con desventajas próximas a la decena de puntos, el Baskonia resucitó cuando Crespi dio con la tecla. Fueron minutos conmovedores de casta e intensidad en los que el sudor salpicó hasta la grada. Se agigantó Heurtel al frente del timón para gobernar el tempo del partido, elevó la temperatura defensiva el microondas Perkins con la apuesta por dos bases y reapareció de las tinieblas Bertans con nueve puntos consecutivos para devolver la vida al cuadro vitoriano, cuyo merecido brazo ejecutor fue a la postre Iverson. La canasta del 91-90 premió la brega y solidaridad del gladiador estadounidense, que insufló la energía necesaria en los peores momentos con su indomable espíritu de lucha.

La velada amaneció con barra libre para la anotación. Ambos equipos circularon a través de una alfombra roja a la hora de firmar canastas de todos los colores. Un escenario peligroso para el Baskonia, que reincidió en su desesperante lentitud para correr hacia atrás, malvivió en determinados emparejamientos individuales, sufrió las severas acometidas de Erceg y Micov y no atinó especialmente en la defensa del pick and roll central entre Arroyo y Aldemir, una cruz para la que no hubo antídoto. Únicamente el álgido acierto exterior y la devastadora irrupción de Vujacic evitaron un descosido mayor antes del intermedio. La entrada del esloveno, de más a menos en su debut, supuso una bocanada de oxígeno para evitar el despegue otomano.

El Laboral Kutxa siempre hizo la goma y fue un paso por detrás de un rival con las ideas claras y que supo en todo momento hurgar en las sangrantes debilidades azulgranas. Sin estar en la élite continental y pese a exhibir la sensible ausencia de Pocius, el Galatasaray -donde Jawai no hizo acto de presencia- metió el miedo en el cuerpo con un baloncesto repleto de rigor y disciplina táctica. Sus cómodas ventajas colocaron un nudo en la garganta de los aficionados. Sin embargo, el Laboral Kutxa resurgió de sus cenizas para acabar firmando un triunfo de un valor incalculable. Salvaguardar la integridad como local resulta primordial, así que el objetivo reside ahora en rascar algo positivo en la Fonteta ante un Valencia angustiado.

Corazón y orgullo. Las deficiencias del Baskonia se mantienen intactas en muchos apartados del juego, pero el plantel vitoriano sacó fuerzas de flaqueza para solventar una situación límite a base de toneladas de fe, casta y perseverancia.

Héroes sin discusión. Los ramazalos de calidad de Heurtel y Bertans, la chispa defensiva prendida por el ‘microondas’ Perkins y la casta de Iverson bajo los aros obraron el milagro de la reacción.

Talento balcánico. Micov y Erceg provocaron un descosido en la defensa azulgrana, incapaz también de contener durante toda la velada el ‘pick and roll’ central entre Arroyo y Aldemir. La eliminación del poste turco a falta de tres minutos para la conclusión resultó determinante.

91

90

Soluciones a tiempo. El Baskonia volvió a mostrar importantes lagunas en todos los apartados, pero el técnico italiano terminó dando con la tecla con un quinteto apañado que resultó vital en la remontada dentro del último cuarto. Su apuesta por dos bases y la presencia de Bertans como falso ‘cuatro’ devolvieron el aire al equipo vitoriano en el momento más crítico de la contienda.

Héroe con la canasta del triunfo a falta de tres segundos y un trabajo incansable bajo los aros. Empieza a ganarse la confianza de los compañeros y el fervor de la grada pese a sus limitaciones.