vitoria - Es una de las grandes esperanzas del baskonismo para recuperar la ilusión extraviada. Su fichaje para las tres próximas temporadas constituye un secreto a voces pese a que el club todavía no lo ha oficializado. De Tornike Shengelia, un georgiano de 2,02 metros de altura y 23 años que ya estuvo el pasado verano en la órbita del Laboral Kutxa sin poder culminarse favorablemente las negociaciones, no existen excesivas referencias más allá de una reciente oscura etapa en la NBA -fue relegado al ostracismo tanto en los Nets como los Bulls- o los tres años que pasó en Valencia entre 2007 y 2010 siendo prácticamente un imberbe. Allí fue descubierto por Toni Muedra y Ángel Fernández en un campus de jóvenes jugadores en Georgia, una república escindida de la antigua Unión Soviética donde han florecido en los últimos años baloncestistas de la talla de Shermadini, Sanikidze, Markoishvili o Pachulia.
En un intervalo demasiado corto y sin tiempo material para curtirse, Shengelia pasó de competir en la Liga EBA de España a militar en la mismísima NBA. Un meteórico tránsito hacia la élite que, posiblemente, debió vivir algún capítulo más en Europa en aras de favorecer el final de su proceso de formación. Quien fuera el antiguo director de la cantera del club taronja ha desgranado para DNA los secretos de un cuatro dispuesto a relanzar su carrera en Vitoria tras pasar los dos últimos ejercicios en blanco. "Le vi con Toni Muedra y decidimos incorporarle a prueba. Antes de firmar el contrato, estuvo unas semanas en compañía de su padre y nos cercioramos de que era un jugador con muchísima proyección", recuerda Ángel Fernández.
Considerado uno de los mejores exponentes de la prolífica generación del 91 y comparado de forma errónea con el madridista Nikola Mirotic, los scouts del Baskonia pudieron percatarse en directo de sus virtudes en 2009 con motivo de la disputa del Campeonato de España junior en el Polideportivo de Mendizorroza. Shengelia concluyó como tercer máximo anotador con casi 21 puntos de media por detrás de Ander Arruti e Iván Martínez. Por entonces, era un alero extremadamente delgado y poco fibroso que ya había debutado en la Liga ACB con la elástica naranja y para quien brillar con luz propia en categorías inferiores era pan comido.
"Vino muy justo y verde en cuestiones de táctica y técnica individual, pero poseía muchísimas ganas de trabajar y ser alguien en el baloncesto", explica Fernández, que empezó a prodigarse a la hora de que el georgiano mejorase las asignaturas pendientes de su anárquico juego. "Siempre recuerdo una anécdota junto al preparador físico Pepe Silva, que hizo una gran labor con él. Incidíamos en que coordinara los dos pasos de entrada hacia canasta con una pelota de tenis para meterla hacia abajo. No podía talonar ni coordinar el salto para realizar mates. Era muy delgadito, pero en un año progresó muchísimo y empezó a coger algo de cuerpo", relata el antiguo técnico de La Fonteta.
un error caro La mecánica de tiro fue otro de los aspectos en los que Shengelia debió invertir horas para terminar siendo elegido en segunda ronda del draft de 2012 por los Sixers. El suyo fue un trabajo a contrarreloj habida cuenta de que sólo había encontrado en su país natal la ayuda de su padre Kakha, un antiguo pívot de la URSS que le inculcó el fervor por la canasta. "Con nosotros, jugó como tres, pero le faltaba el tiro de larga distancia y hubo que instarle a que hiciera retoques a la hora de lanzar. También le costaba en su momento el desplazamiento lateral para defender a doses, por lo que se fue reciclando a hombre interior", confiesa Fernández.
El ala-pívot de Tbilisi abandonó la capital del Turia en 2010 poniendo rumbo hacia el baloncesto belga. Le acogió el Spirou, aunque en la primera de sus dos campañas en tierras flamencas acabó siendo cedido al Pepinster. Con el equipo de Charleroi, disputó la Euroliga del curso 2011-12 con promedios de 8,3 puntos y 4,3 rebotes. Sus agentes le incitaron hace dos veranos a que cruzase el charco en una decisión cuando menos controvertida a juicio de la persona que guió sus primeros pasos en Valencia. "Imagino que cometió un error al irse tan pronto hacia allí. Los jóvenes como él deben tener un recorrido natural en Europa antes de cruzar el charco. Les toca mostrar algo aquí porque, si no, se van a pudrir en el banquillo. Incluso teniendo un buen nivel, no es fácil jugar minutos allí", lamenta.
De momento, está por ver cómo habrá repercutido en su progresión una sequía tan prolongada de minutos en los dos últimos años. Los Nets, donde participó la pasada campaña en 17 partidos, no dudaron incluso en enviarle a la Liga de Desarrollo para que se fogueara. En Brooklyn rescindió su contrato a primeros de 2014 y recaló en Chicago, que tampoco ejerció como trampolín hacia su consolidación en Estados Unidos y le abrió la puerta de salida en abril. Pese a estos hechos inquietantes, desde tierras levantinas se avala la apuesta por un jugador cuyo DNI representa un aliciente añadido. Y es que Shengelia es considerado cupo a todos los efectos tras su proceso de formación en la Fuente de San Luis. "Me parece un gran fichaje en la posición de cuatro. Tiene un gran juego de pies, es muy listo jugando el uno contra uno y también intuitivo a la hora de colocarse en buena posición para el rebote. En ocasiones, puede ayudar a defender a treses", alaba Fernández.
Sin embargo, lo primordial es que llega con apetito y esperanzado en que su etapa en el Baskonia le vuelva a abrir las puertas de la mejor competición del mundo. Si hay un club pionero a la hora de curtir a los jóvenes europeos, ese no es otro que el inquilino del Buesa Arena. "Es un chico diez. Posee muchísimo carácter sobre la pista y fuera de ella es muy educado y con la cabeza bien amueblada. Sabe perfectamente lo que quiere, le apasiona el baloncesto y tiene hambre de triunfar", concluye.