Vitoria - El baloncesto profesional depara, en ocasiones, situaciones inverosímiles que carecen de cualquier lógica. De nada sirve convertirte en el máximo anotador de una de las ligas más potentes de Europa como la ACB, haber disputado en ella la friolera de 182 partidos repartidos en seis temporadas o conocer a la perfección los entresijos del juego que se practica a este lado del Atlántico porque uno puede engrosar la lista del paro y acabar huérfano de ofertas interesantes para continuar luciendo su muñeca. En esa delicada tesitura se ha encontrado hasta hace bien poco un viejo conocido del Fernando Buesa Arena como Carl English, partícipe del último e inolvidable éxito del Baskonia con la conquista del título liguero en el 2010 a las órdenes de Dusko Ivanovic.

El veterano francotirador canadiense, de 33 años y 1,96 metros de altura, se halla a punto de cumplir su primer mes de militancia en el Iberostar Tenerife, próximo adversario del conjunto vitoriano en el torneo doméstico. Obligado a buscar algún revulsivo que pusiese fin a su errática trayectoria de los últimos tiempos, concretada en nueve derrotas consecutivas, la entidad chicharrera le rescató del anonimato tras prácticamente un año alejado de las canchas. No se sabía nada de él desde que, siendo integrante del Estudiantes, se ausentase por una lesión en su clavícula derecha de las siete últimas jornadas ligueras correspondientes al pasado ejercicio.

Tras la pérdida del patrocinio de Asefa, el club colegial tuvo que ajustarse el cinturón y reducir el presupuesto. La elevada ficha de English -alrededor de 300.000 euros- constituía un gasto inasumible en el Ramiro de Maeztu y el norteamericano aceptó la rescisión del contrato. Fue un gesto que le honró y difícil de ver hoy en día en el mundo del baloncesto después de una campaña en la que también sufrió graves problemas para cobrar con puntualidad.

sin perder la fe English inició entonces en su país natal una recuperación costosa para continuar practicando baloncesto al más alto nivel. En realidad, el deporte se convirtió en una vía de escape para olvidar el durísimo golpe que le deparó la vida siendo muy pequeño. Con solo cinco años, perdió a sus padres tras un incendio en la casa de su pequeño pueblo de Saint John's. Tanto él como sus cuatro hermanos pudieron escapar a duras penas por una ventana, pero esa tragedia le dejó marcado para siempre.

Una vez restablecido de su percance en el hombro, salió al mercado con el fin de enrolarse en un equipo de cierto nivel que necesitase de un tirador de sus características. Lógicamente, se autoimpuso un caché alto tras una brillante etapa en Madrid donde cuajó una de las campañas más fructíferas a nivel personal. Sus miras se enfocaron básicamente hacia un club de Euroliga dada su etiqueta de máximo cañonero de la ACB con una media de 17,2 puntos. Al final, se quedó compuesto y sin novia.

En el Estudiantes había recuperado su álgido nivel y engrasado esa muñeca que paseó con tanta brillantez durante sus dos primeros años en España como escolta del Gran Canaria. Esa voracidad anotadora propició su desembarco en el Baskonia, donde firmó un año muy irregular y no gozó del protagonismo esperado compitiendo en el puesto de dos con Pau Ribas y Brad Oleson. Su buen cartel siempre le ha permitido disponer de numerosas ofertas en la ACB. Prueba de ello, fueron sus posteriores estancias en Badalona y Sevilla como miembro del Joventut y Cajasol, respectivamente.

Sin que la operación llegara finalmente a buen puerto, su nombre también se ha asociado en alguna ocasión al Barcelona y al Real Madrid para suplir los problemas de lesiones en la cuerda exterior. Los culés le tentaron el pasado curso, mientras que los merengues le sondearon hace unas semanas tras quedarse Laso sin el concurso de Carroll y Draper.

En Tenerife, donde su nuevo equipo se halla en plena caída libre tras haber perdido doce de sus trece últimos compromisos, English trata ahora de recuperar el tiempo perdido. De momento, su inactividad se está dejando sentir. En su primer partido ante el Joventut, anotó 5 puntos con 1 de 8 en tiros de campo. Mejoró una semana más tarde ante el Unicaja con 18 tantos, pero el pasado domingo naufragó por completo en Illumbe ante el Gipuzkoa Basket errando cinco canastas dobles y dos triples.