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El partido soñado. Todos los entrenadores desearían dirigir un partido como el de ayer ante un rival entregado que da pie a realizar toda clase de rotaciones. El italiano dosificó al máximo los minutos de sus pesos pesados y dio confianza a las piezas que menos protagonismo están gozando. Por cuarta vez seguida en casa, el Baskonia ofreció una notable imagen y un espectáculo digno de agradecer.
vitoria - Como y cuando quiso. El Baskonia quemó ayer con una buena ración de espectáculo una nueva etapa de la fase regular. El guión previo a la visita de un firme candidato al descenso auguraba un triunfo inapelable y éste llegó a la postre por pura inercia. Apretó en la recta final el conjunto vitoriano para resolver el partido con la contundencia de sus recientes apariciones caseras. A tirones y jugando en todo momento con un marcador que le sonrió desde el salto inicial, no necesitó recurrir a una quinta o sexta marcha ante las enormes facilidadas dadas por un rival apocado cuya supervivencia en la ACB pende de un hilo y al que el cambio de técnico no brindó los estímulos necesarios para elevar su alicaído estado de ánimo.
Emergió el partido con el que sueña cualquier entrenador y jugador deseosos de recuperar la autoestima. Circuló a través de una alfombra roja el Laboral Kutxa, que sesteó durante los tres primeros cuartos antes de destapar su voracidad en el tramo final a los hombros de un fabuloso Poeta. No fue una jornada para extraer grandes conclusiones ni sacar pecho por la nula oposición, pero el base italiano evidenció que es algo más que un simple gregario defensivo y un obrero del baloncesto. Frente a una endeble Bruixa d'Or, destapó su compulsiva vena triplista. El festival azulgrana se vio adornado por la electricidad de Hanga, que no se apiadó ante su antiguo equipo, la raza de Nocioni, la perseverancia de San Emeterio, la clarividencia de Heurtel... Excelsas actuaciones individuales que permitieron sobrepasar por tercera jornada consecutiva en casa la centena de puntos y dar un nuevo paso hacia la consecución de la séptima plaza.
El nulo atractivo del visitante se cobró la esperada factura de un desértico Buesa Arena, que registró posiblemente la entrada más gélida de toda la temporada. Sin embargo, una tarde predestinada al sopor quedó endulzada nuevamente gracias al Chapu, que prolongó el álgido estado acreditado en el Palau. El argentino y Poeta animaron de lo lindo el aparente trámite que implicaba el aterrizaje de La Bruixa d'Or, un modesto de la ACB necesitado de respiración asistida. Nocioni ingresó bien entrado el cuarto inicial y propició los mayores aplausos de una grada completamente rendida a sus pies. Con varios triples marca de la casa, un tapón espectacular a Monroe y algún mate, volvió a dejar su impronta. Le ayudó a romper la monotonía Poeta, desatado en ataque en una velada donde acreditó una puntería sobresaliente y un desparpajo inusual.
Y es que el Baskonia volvió a sacar las uñas en una jornada propicia para darse un nuevo festín. Se topó con un oponente animoso por la llegada de un nuevo técnico, pero también extremadamente limitado y tibio como la mantequilla. El cuadro vitoriano coció a fuego lento a un Manresa que se desangró en la recta final cuando le abandonaron las fuerzas y, sobre todo, la fe. Tras ser abatidos a cañonazos el Joventut y Cajasol, no fue menos la tropa del Bagés en un epílogo donde los excelsos pistoleros locales hicieron sangre y se cebaron con un plantel entregado. La electricidad azulgrana terminó asfixiando a un forastero que justificó su precario estado anímico.
Tras el descanso, se activó algo más y recobró la confianza el Laboral Kutxa gracias a la desconocida sociedad Heurtel-Hanga. El húngaro engordó su casillero anotador perfectamente alimentado por el base galo, sobrado para marcar una batuta perfecta en esta clase de citas donde sus pares apenas dan una vuelta de tuerca a la intensidad defensiva. Sostenido por Giannopoulos y Arco, La Bruixa d'Or resistió con cierta entereza hasta bien entrado el tercer cuarto. Lo hizo, eso sí, más por deméritos ajenos que por su controvertida estabilidad como grupo.
Cuando se lo propuso, el Baskonia le atropelló. Scariolo repartió esfuerzos y esa desigual frescura de los contendientes quedó al descubierto en unos diez minutos finales de auténtico desenfreno anotador. El mérito de los vitorianos residió en dar espectáculo a los pocos fieles presentes en las gradas del Buesa Arena. Y eso es algo de agradecer en una jornada que no invitaba a personarse en Zurbano. Con un partido a la semana a partir de ahora y un calendario ideal para continuar creciendo, ya no hay excusas para acabar dignamente una temporada plagada de sinsabores.
Electricidad final. El Baskonia sesteó y jugó a tirones durante los tres cuartos iniciales. Sin embargo, en el epílogo se activó y puso varias marchas más para comerse a un apocado rival que perdió la fe y justificó su precario estado anímico en el Buesa Arena.
Lucimiento colectivo. En una noche ideal para la rehabilitación de muchos jugadores cuestionados, Scariolo dosificó esfuerzos y se apoyó en varios pilares. Se llevaron todos los honores Poeta y Nocioni, pero otras piezas también aprovechar la debilidad manresana para reivindicarse a lo grande.
Se sabía de él que era un buen gregario de equipo y un meritorio cancerbero defensivo, pero ayer se soltó en ataque con un recital triplista que nadie podía haber imaginado.