Vitoria - Y Andrés Nocioni lo volvió a hacer más de una década después. Como si los años no hubiesen pasado en balde para un tipo todo corazón que a lo largo de su dilatada carrera ha sido un ejemplo de constancia, pundonor y sacrificio. Mientras otros jugadores con más talento se quedaron a medio camino, uno de los iconos de la generación argentina más gloriosa de la historia se hizo un hueco entre los grandes gracias a su tesón, perseverancia y un espíritu indomable que para sí lo quisiera cualquier estrella de la canasta.
Su descomunal actuación del jueves en el Palau Blaugrana sirvió para alcanzar su tope anotador en el torneo y rememorar otro momento estelar de su impoluta trayectoria. Antes de que descargara toda su ira sobre el Barcelona tras el descanso y obrara la resurrección del Baskonia gracias a un devastador repertorio ofensivo, otros clásicos de la competición más glamourosa ya han sufrido en sus carnes la voracidad de alguien que, a sus 34 años, continúa impartiendo conmovedoras lecciones de carácter y orgullo.
Donde levantó murmullos de admiración en una grada y quedó rubricado su recital más apoteósico en un choque de Euroliga es en una pequeña región del Véneto (Italia). Porque si hubo una velada en la que el Chapu se consagró a nivel internacional fue la que tuvo lugar el 12 de noviembre de 2003 ante el Benetton, por entonces el indiscutible tirano de la Lega italiana, en el Palaverde de Treviso. La exhibición definitiva que empujó a los Bulls de Chicago a acometer unos meses más tarde su multimillonaria contratación se concretó en 36 puntos, 15 rebotes y 9 faltas recibidas para un total de 48 de valoración. Frente al conjunto adiestrado por Ettore Messina y en el marco de la segunda jornada de la primera fase de la Euroliga, únicamente erraría 2 de sus 15 tiros de campo y anotaría 7 de 9 desde la personal.
Sin colgarse medallas Con el francotirador lituano Arvydas Macijauskas como escudero, Nocioni lideró aquella temporada uno de los éxitos más recordados del antiguo TAU a los mandos de Ivanovic. El internacional albiceleste abandonó la capital alavesa rumbo a la NBA justo un ejercicio antes de la consecución del primer pasaporte azulgrana para una Final Four. Por tanto, se perdió los años más dorados de un club que recaudó gracias a su traspaso más de tres millones de euros.
Si se atiende únicamente a la valoración final, la del viernes se convirtió en la quinta actuación más destacada del Chapu durante sus cinco participaciones en la Euroliga. Además de su galáctico papel en Treviso, mejoró sus números del Palau en otras tres ocasiones. En la campaña 2002-03, brilló con luz propia ante el Olimpia y el Buducnost con 36 y 37 de valoración respectivamente. En la 2003-04, además de sentar cátedra en el Palaverde, también se salió ante el CSKA -otros 37- en una noche de infausto recuerdo por el deleznable gesto de Papaloukas y la cobarde actitud de unos árbitros que pusieron en bandeja a los rusos el billete para la Final a Cuatro de Tel Aviv.
Minutos después de comandar el exitoso cierre de Euroliga protagonizado por el Laboral Kutxa, el indudable protagonista del Palau repasó con humildad una noche que bajo ningún caso se le subirá a la cabeza. "Se dio el juego y se me abrió el aro. Obviamente, entré en un pique personal con algún jugador del Barcelona que me sirvió para motivarme un poco más y levantar el nivel. Son de esas noches en las que uno mete todo. Cuando era más joven, me sucedía esto más a menudo. Ahora, mucho menos", explicó en declaraciones a Radio Vitoria.
En un momento delicado a nivel personal donde parecía estar acusando la saturación de minutos de los últimos meses y trasladaba al exterior ciertos síntomas de hastío por la vulgaridad del equipo, Nocioni evidenció en la Ciudad Condal que aún le queda cuerda para rato. Así lo entiende también Josean Querejeta, que confía en retenerle al menos un año más en el Buesa Arena. Eso sí, hasta en los días donde ve el aro como una piscina, el Chapu guarda espacio para una autocrítica que le honra. "Mi juego de la primera parte fue para el olvido. El partido de Treviso tuvo otro significado, fue más peleado y significó más. ¿Retirada de mi camiseta? Que vea la gente mis cuatro actuaciones anteriores y, a lo mejor, cambia de parecer. Somos un equipo sin la madurez mental necesaria como para jugar un encuentro como el del Palau y al siguiente salir igual", lamentó el líder espiritual del Baskonia.