Fue el hombre de la mañana y, quien sabe, si el culpable de que el Laboral Kutxa esté compitiendo a primeros de febrero en el Martín Carpena de Málaga por su séptima corona copera de la historia. Giuseppe Poeta rescató ayer al conjunto vitoriano del laberinto en el que se había metido durante una caótica primera mitad. El base italiano, que dispuso ayer en Donosti de sus primeros minutos en la Liga ACB tras su insulso bautismo continental del pasado viernes ante el Panathinaikos, desequilibró un partido en el que el Baskonia se mostró muy previsible en ataque y necesitaba dinamizar el juego mediante la búsqueda de otras alternativas diferentes a las entradas de fuera a dentro por parte de Nocioni y el pick and roll entre Heurtel y Pleiss.
Viendo sus dubitativas evoluciones sobre la pista durante la primera aparición en pista, nadie podía haber sospechado la exhibición un jugador recién llegado que busca subirse a marchas forzadas a una locomotora ya en marcha. Antes de que emergiera como el providencial salvador de un conjunto que veía languidecer sus aspiraciones coperas, Poeta estuvo en el ojo del huracán por su controvertido manejo del balón que estuvo a punto de propiciar varias pérdidas infantiles. Su inseguridad quedó patente ante la abrasiva presión de Neto, empeñado en hacerle la vida imposible.
El scouting de Sito Alonso previo al salto inicial debía hablar de un tirador poco fiable, ya que sus pares le flotaron de forma descarada con el fin de permitirle el tiro. Sin embargo, el transalpino se resistía a mirar el aro buscando siempre el pase a otros compañeros mejor situados. Hasta que tanta libertad para armar el brazo hizo viable que se soltara la melena a medida que la confrontación se adentraba en sus momentos más calientes.
Poeta arrancó el último cuarto con apenas un tiro libre como solitario bagaje -su poco ortodoxa mecánica de tiro roza la ilegalidad al pisar con el pie el suelo antes de que el balón llegue al aro- y todo hacía indicar que desaparecería rápidamente del primer plano una vez Heurtel recobrase el aliento en el banquillo. Scariolo, un perfecto conocedor de sus virtudes que solicitó su fichaje a la directiva, le brindó entonces la confianza necesaria. Su compatriota no le decepcionó con un festival sobresaliente.
El internacional de la selección azzurra conectó tres triples en momentos de máxima presión, además de sumar sendas providenciales canastas dobles tras unas astutas entradas a canasta. En todo momento, exhibió un oficio a prueba de bombas y leyó a la perfección las necesidades de un conjunto que precisaba de un timonel pausado y con las ideas claras al frente del timón. Los dos tiros libres desperdiciados a falta de seis segundos que precedieron el intento de Robinson de forzar el tiempo suplementario constituyeron su único borrón en una matinal donde quedó patente que Hodge ya es historia dentro del Laboral Kutxa en detrimento de este experimentado base que, antes de la llamada de Josean Querejeta, se encontraba sin equipo tras rescindir su contrato en noviembre del año pasado con el Virtus Bolonia.