el año 2013 dejó una pérdida dolorosa para el baskonismo. El pasado 17 de junio, el Sheriff perdió el partido más importante de su vida. Manel Comas, uno de los seres más queridos en Vitoria por todo lo que dio al club durante sus campañas como máximo responsable del banquillo, no pudo ganarle la batalla al cáncer de pulmón que le sobrevino a finales de 2011. Fueron meses de una lucha infatigable por parte del barcelonés para rebelarse contra el cruel destino que le había deparado la vida después de perder años atrás a uno de sus hijos en un trágico accidente de motocicleta.

Unos meses antes del fatal desenlace, concretamente el 24 de enero, Comas tuvo la oportunidad de recibir uno de los homenajes más emotivos que se recuerdan en el Buesa Arena. Con motivo de la celebración de las 250 victorias europeas del Baskonia, el catalán siguió desde el palco el encuentro correspondiente a la quinta jornada del Top 16 de la Euroliga entre el cuadro vitoriano -su ojito derecho al que defendió contra viento y marea en sus retransmisiones televisivas- y el Barcelona. Puesto en pie desde el palco, la ovación que recibió de los 15.000 seguidores azulgranas presentes en el recinto le puso la piel de gallina.

Con su físico bastante deteriorado ya por la enfermedad, sería una de las últimas oportunidades en ver in situ a uno de los entrenadores más emblemáticos del baloncesto español que dirigió más de 719 partidos y consiguió 392 victorias. Comas siempre será recordado por haber sido el técnico que comenzó a hacer del Baskonia un conjunto respetado y con el que se consiguió el único título europeo (la Copa de Europa de 1996 conquistada en el Pabellón Araba frente al PAOK, que se unía a la Copa del Rey ganada en 1995 frente al CAI Zaragoza dentro de tres años mágicos con cinco finales) que luce en la actualidad en las vitrinas de la entidad de Zurbano.