Vitoria. El 2013 ha sido, en líneas generales, otro año decepcionante para el Baskonia. El tercero consecutivo sin títulos ni finales que llevarse a la boca para un equipo que no hace mucho miraba a los ojos de todos los transatlánticos continentales y ahora, víctima de la crisis, pierde pujanza a pasos agigantados no sólo en la Euroliga sino también -he aquí lo más doloroso- en la ACB. Semifinales de la Copa del Rey, cuartos de final en el torneo más glamouroso y también ese techo en un torneo doméstico donde el Laboral Kutxa se vio apeado contra todo pronóstico por primera vez de la penúltima ronda desde la temporada 2002-03. Los verdugos fueron sucesivamente el Barcelona, el CSKA y el Gran Canaria.

Sin ser del todo malo el balance en cuanto a resultados, el año recién finalizado deja un poso amargo por varios motivos. El potencial del equipo ha bajado varios escalones, casi todos los grandes encabezados por el Real Madrid empiezan a estar a una distancia sideral y el público empieza a desertar de un Buesa Arena donde en este 2013 se ha visto demasiado cemento desde su última ampliación hasta las 15.500 localidades. Para desasosiego de todos, la reciente desconcertante trayectoria liguera ha puesto en tela de juicio el billete para el torneo del K.O., de largo el más emotivo para el baskonismo por las innumerables alegrías que le ha brindado en el pasado. Ni los más pesimistas del lugar podían imaginar al equipo fuera de la Copa del Rey -algo que no sucede desde la edición de 1997 en León-, pero el temor ya es latente tras una desoladora recta final de año.

En el entorno azulgrana, y también fuera de él, anida la sensación de que Josean Querejeta, el ideólogo del espectacular crecimiento azulgrana y principal responsable de haber convertido al club ubicado en una ciudad pequeña en un referente del baloncesto continental, ha perdido la pócima del éxito y no es capaz de sacarse conejos de la chistera justo cuando acaba de cumplir un cuarto de siglo como presidente. La inercia negativa en la que se ha sumido la entidad vitoriana desde el embriagador tercer entorchado liguero en junio de 2010 arrastró en primera instancia al mejor técnico de la historia (Dusko Ivanovic), un joven aprendiz como Zan Tabak no fue capaz de reconducir el rumbo de un plantel donde la autocomplacencia y el nulo sacrificio de determinados nocivos elementos -Nemanja Bjelica y Maciej Lampe- clamaron al cielo y ahora Sergio Scariolo, pese a la solvente pasaporte hacia el Top 16 de la Euroliga, tampoco está sabiendo dar con la tecla para hacer de un grupo golpeado por las lesiones y limitadísimo en cuanto talento un competidor eficiente y sólido.

Carencias crónicas La identidad del inquilino del banquillo, por tanto, ha dejado de ser un problema y sí la forma en que el presidente azulgrana está gestionando un club golpeado severamente por la crisis, con importantes deudas que saldar a corto plazo y obligado a desprenderse todos los veranos de sus mejores jugadores. Los patrocinadores ya no invierten tanto en el baloncesto y las instituciones también han cerrado el grifo de las ayudas, pero mientras otros modestos de la Liga ACB (léase el Gran Canaria, el CAI, el Tenerife...) están configurando conjuntos extremadamente competitivos con muy pocos medios a su disposición el Baskonia no consigue adaptarse a la difícil realidad de estos nuevos tiempos que imperan en la sociedad y el deporte mundial.

Ausencia de referentes Si algo está en el ojo del huracán en los últimos tiempos es la controvertida política de fichajes llevada a cabo por el dirigente lazkaotarra. Desde que emigraron a la NBA y a otros lugares del planeta auténticos iconos como Pablo Prigioni, Igor Rakocevic o Tiago Splitter, el Laboral Kutxa malvive desde hace años por su extrema debilidad algunas posiciones críticas. La alarmante falta de liderazgo al frente del timón y la innegable ausencia de un killer en el perímetro capaz de fabricarse sus propias canastas constituyen dos pecados mortales para los que no existe antídoto. En la pintura, también se echa de menos un pívot dominante pese a la línea ascendente seguida esta curso por Tibor Pleiss, el siguiente en cruzar el charco el próximo verano con destino a los Thunder de Oklahoma.

Si a ello se añade el imparable declive de San Emeterio, cuyo elevado contrato hasta junio de 2015, estrangula las posibilidades del club de reforzar otras demarcaciones, queda justificado que el conjunto alavés haya sido únicamente el quinto con más victorias en la ACB dentro del 2013 por detrás de Real Madrid, Barcelona, Valencia y Tenerife. En definitiva, un Baskonia inmerso en una dolorosa etapa de transición, que cotiza claramente a la baja y ha perdido sobre la cancha las principales señas de identidad que hicieron de él un rival temido en toda Europa. Si algo duele hoy en día, mucho más que la imposibilidad de acceder a los títulos, es la pérdida de ese carácter y espíritu intransferibles para sobreponerse a toda clase de dificultades.