Walter Hodge se busca y, sin embargo, todavía no se reconoce en el espejo. Uno de los fichajes más ilusionantes del nuevo proyecto azulgrana se mantiene en un segundo plano y sin ser, pasados ya los dos primeros meses de la competición, el hombre que debía llevar con puño de hierro el timón del Laboral Kutxa hacia la consecución de sus objetivos en la presente temporada.
El portorriqueño afrontaba ayer la enésima ocasión para reivindicarse ante un rival de la parte media-baja de la tabla clasificatoria como el UCAM Murcia. Sin embargo, se quedó muy lejos de satisfacer el objetivo tras otra actuación obtusa que le continúa dejando muy lejos de las elevadas expectativas existentes a su alrededor. Lo preocupante del caso es que Hodge parece aún fuera de sitio, desubicado y sin sentirse a gusto en un equipo donde carece del rol y del protagonismo de los que gozaba en su etapa en Polonia en las filas del Stelmet Zielona Gora.
Su primera aparición ayer en la recta final del primer cuarto resultó, a todas luces, frustrante. En un santiamén, incurrió en dos faltas completamente prescindibles y Scariolo se vio en la necesidad de sacar del ostracismo a Devon Van Oostrum para que Heurtel gozase de los pertinentes minutos de refresco. El base francés, que estuvo a punto de abandonar el Fernando Buesa Arena en el pasado mercado estival, se asienta cada vez más como el timonel de confianza del técnico italiano ante la escasa pujanza del hombre que debía ser uno de los grandes referentes baskonistas. Ambos totalizan una similar cuota de minutos cuando todo hacía indicar que el internacional por las Islas Vírgenes debía acaparar todos los flashes visto el importante esfuerzo realizado por Josean Querejeta para reclutarle.
Obligado a desarrollar un baloncesto para el que no está preparado, Hodge sigue su proceso de adaptación a un Laboral Kutxa donde sus primeros cometidos residen en dar criterio al timón e involucrar a todos sus compañeros en un juego que esté presidido por el altruismo. Es decir, todo lo contrario a lo que había estado haciendo hasta ahora. Si el portorriqueño se granjeó una excelente fama y estuvo en la agenda de varios clubes continentales fue, en parte, por su arrebatador y eléctrico arsenal ofensivo que le llevaba a sumar una ingente cantidad de puntos en cada una de sus apariciones. En Vitoria, en cambio, no puede por motivos obvios ser un primer espada ni tampoco gozar de numerosos sistemas para que brille con luz propia. Solo queda confiar en que, con el paso de los meses, Scariolo pueda sacar mucho mayor jugo a un director de juego que, de momento, se encuentra a años luz de lo que todos confiaban.