6ª jornada de la Euroliga. Pabellón Nokia Arena (11.060 espectadores).
Parciales: 16-20; 19-14; 14-17; 16-19. Árbitros: Lamonica, Viator y Koromilas. Eliminados: Hickman (minuto 40).
PMinT2T3T1RTDOABRBPFV
4. Rice7152/51/4113113
5. James16268/963322128
6. Smith 4261/10/32/27612229
7. Hickman11383/70/32/23331454
8. Ingles 3371/30/41/2662227
9. Tyus
10. Pnini
11. Cohen
13. Blu12313/62/4332211
15.Landesberg8142/21/11/2111111
21. Schortsanitis4132/4111114
Equipo1110
TOTAL6520022/374/199/1229245138101477
Ni estaba muerto ni resignado a su suerte pese al calvario con las lesiones como muchos barruntaban. El Laboral Kutxa está vivo y con el pecho henchido en la Euroliga. Dos derrotas consecutivas, una imperdonable ante el Estrella Roja y otra a todas luces injusta en Krasnodar cuando acariciaba con la yema de los dedos un éxito embriagador, habían ensombrecido su futuro continental, pero la famélica tropa de Scariolo resurgió ayer a lo grande en un escenario mítico donde ha escrito algunas de sus páginas más brillantes de la historia.
El Nokia Arena, testigo en el pasado de numerosos triunfos épicos que han engrandecido la leyenda azulgrana, volvió a ser una pista talismán para un equipo con menos talento que en años precedentes pero sobrado de pundonor, corazón y compromiso para arrancar una victoria memorable que valdrá su peso en oro a poco que el Buesa Arena se convierta en un fortín inexpugnable. Con tres de los cuatro encuentros pendientes en casa, nada ni nadie deben entrometerse ya en la consecución del billete hacia el Top 16 si todo se desarrolla con cierta lógica.
Si ante el Lokomotiv Kuban un cúmulo de adversas circunstancias le arrebataron la gloria, esta vez el Baskonia se sobrepuso a toda clase de adversidades. A un anfitrión eminentemente físico que le envió varios temibles derechazos, a una atmósfera por momentos infernal y, también, a una infame decisión arbitral del presunto mejor colegiado de la competición. Con 55-61 en el marcador, Luigi Lamonica -compatriota de Scariolo para más inri- señalizó una surrealista falta de ataque de Milko Bjelica sobre Smith mientras el balcánico era golpeado en su mano durante la ejecución de un triple. La acción en cuestión metió de lleno en la pelea a un Maccabi completamente desarbolado y a merced del dominio visitante. Ni siquiera así perdió un ápice de confianza y entereza un forastero con sangre en los ojos que opuso personalidad, instinto asesino y oficio a raudales para salir indemne de otra peligrosa emboscada.
Cuando la sensible baja de Nocioni amenazaba con sepultar sus esperanzas continentales, el Laboral Kutxa ha hallado respuestas colectivas para agarrarse al torneo por excelencia. Sin obviar la demostración defensiva, la pujanza en el rebote de ataque y el valioso trabajo coral, tres nombres a título individual salieron reforzados tras un partido conmovedor en todos los sentidos. Jelinek, con el que pocos contaban para dotar de mordiente al perímetro, ajustició al Maccabi con una magistral sangre fría. En la pintura, el dúo Pleiss-Bjelica se agigantó para facturar infinidad de rebotes ofensivos y canastas de oro que silenciaron a la afición hebrea. El alemán mostró innumerables recursos ofensivos, mientras que el balcánico cargó de más razones a la directiva para prorrogar su vínculo. Para que la fiesta fuese completa, Hamilton brindó minutos valiosos para contrarrestar el empuje de James y Schortsanitis.
grandiosa resurrección Nadie hubiese apostado un mísero euro por un Baskonia que al inicio del tercer cuarto vivió su momento más crítico tras una gélida vuelta de los vestuarios que se tradujo en un parcial de 8-0 (43-34). Un providencial tiempo muerto de Scariolo, cuyas defensas alternativas redujeron a la mínima expresión a los letales Ingles y Smith, reinstauró la disciplina, la paciencia, el orden, la intensidad y la clarividencia exhibidas en los primeros compases.
Y es que los alaveses dejaron claras sus intenciones desde el salto inicial frente a un americanizado rival empeñado en jugar con cuatro hombres bien abiertos y buscar las penetraciones de sus estiletes exteriores. Con un envidiable control del tempo de partido -Heurtel aprendió esta vez la lección acreditando mucha sangre fría en los minutos de la verdad-, el Laboral Kutxa remató un duelo que empezaba a reproducir las peores pesadillas vividas una semana antes en Moscú. Tercera victoria, rearme anímico, imprescindible golpe de efecto y, sobre todo, la sensación de que el equipo, con independencia de los terribles golpes padecidos en forma de desalentadores partes médicos, va creciendo y fortaleciendo sus cimientos. Únicamente queda dar continuidad a este dulce momento.