la crisis obliga a agudizar el ingenio. El baloncesto no es ajeno a una lacra que está frustrando los sueños de muchos jugadores, ya sean jóvenes o veteranos. Sergio de la Fuente, vitoriano de nacimiento pero afincado en Valladolid desde pequeño, tenía cerradas las puertas para jugar en la ACB y la Adecco Oro en unos tiempos de penurias donde se paga poco, tarde y mal. De ahí que viera en el baloncesto callejero -popularizado en España por Nacho Martín- una alternativa para ayudarle a ganarse la vida. Ni su pasado en equipos históricos como el Valladolid o el Breogán ni el hecho de que haya conquistado metales defendiendo los colores de la selección española en categorías inferiores fueron argumentos de peso para que este escolta de 23 años y 1,97 metros firmara un buen contrato hasta que decidió dar un brusco giro a su vida.

La influencia de un amigo íntimo provocó que en julio de este año se presentase en Córdoba al Red Bull King of the Rock del que saldría el campeón nacional de streetball en la modalidad de uno contra uno. El gasteiztarra, al que su padre -antiguo jugador del Baskonia en la temporada 1986-87- inoculó su pasión por el juego- rompió todos los pronósticos y batió en la final al badalonés Pedro Cuesta, que había sido el gran dominador de la modalidad durante las últimas ediciones.

El triunfo, además de suponer un buen pellizco económico, algún que otro contrato publicitario y sobre todo granjearle la fama necesaria para despertar el interés de algunos conjuntos, tenía el premio añadido de optar al cetro mundial de este torneo. El día ha llegado. Será hoy mismo en un escenario incomparable como la isla de Alcatraz. En medio del mar en la bahía de San Francisco y en la antigua invulnerable prisión que durante casi tres décadas fue el destino de los criminales más peligrosos, De la Fuente competirá con otros 63 participantes procedentes de 20 países diferentes. "Voy sin ninguna presión, a pasármelo bien y a jugar. Para mí, el baloncesto es un hobbie", confiesa Sergio, cuyos adversarios más duros serán Izeah Clutch Bowmann y Hugh Baby Shaq Jones, ganadores de las tres últimas ediciones.

El patio central del antiguo penal donde nadie podía burlar la seguridad, escenario de innumerables películas y series de televisión, ha sido preparado a conciencia para albergar una competición espectacular cuya repercusión es más que notable. Aunque la competencia es feroz con rivales estadounidenses, turcos, serbios, brasileños, rusos, italianos o japoneses, no pone límites a su ambición. "Seguro que allí irán auténticas bestias. Lo que realmente te ayuda a estar bien es el trabajo, estar todo el tiempo jugando, que es como se aprende. Para mí, esto no tiene precio", confiesa el vitoriano.

Quienes han vivido en primera persona la experiencia, acaban maravillados. Eso sí, su disputa en Estados Unidos modifica en parte las reglas. En España, la mayoría de los jugadores abusa del tiro exterior y del gancho. Al otro lado del Atlántico, en cambio, prima el juego físico con el consentimiento de unos árbitros que tienden a consentir empujones y golpes en unas pistas bien iluminadas y made in NBA. En definitiva, algo que Sergio jamás olvidará.