Los tiempos modernos son tiempos de carencias, de privación, de contratos basura. A nadie extraña ver al trabajador de turno buscarse el jornal con vinculaciones laborales exiguas. No era así hace tanto. No era así en la mayoría de los ámbitos pero el mundo de la canasta tiene en Vitoria varios antecedentes.
La reducida plantilla con la que cuenta el Baskonia a día de hoy es una situación que se repite en el club verano tras verano. Lo de este año con Sergio Sánchez, Filip Videnov, Dragan Labovic y Andrea Crosariol es una cifra récord pero, en menor medida, casi cada verano diversos ilustres del baloncesto han completado los entrenamientos del equipo alavés e incluso alguno se ha ganado la posibilidad de vestir la elástica azulgrana en competición oficial.
Buen ejemplo de ello es Eduardo Hernández-Sonseca. No es fácil persuadir a un técnico cuando se arriba al club de marras tan sólo a ayudar en los entrenamientos. Mayor es aún el mérito si se convence al exigentísimo Dusko Ivanovic. Hernández-Sonseca llegó a Vitoria para la fase de preparación con un contrato de dos semanas pero, ante la dilación en la recuperación de Maciej Lampe y la lesión de Tibor Pleiss, el madrileño estuvo hasta noviembre en el club dejando una magnífica impronta. De hombre trabajador y comprometido.
Otro trotamundos del básquet como el pívot Albert Moncasi había realizado similares labores los dos cursos anteriores, en la 2011-12 acompañado del escolta Alex Llorca. Ninguno tendría recorrido en las filas del conjunto azulgrana pero si miramos algo más atrás en el tiempo sí que encontramos nombres de jugadores que llegaron a Gasteiz tan sólo por un par de jornadas y acabaron teniendo papeles relevantes en el equipo gasteiztarra.
La temporada 2010-11 fue prolija en cuanto a esta figura. Florent Pietrus, Martin Rancik y Pape Sow así lo corroboran. Aún se recuerda en el Buesa Arena las tremendas dosis de pundonor que emanaban del bravo senegalés. Pundonor que le sirvió para extender su contrato hasta final de temporada -llegó en diciembre con un contrato temporal- aunque sus fundamentos técnicos distaban bastante del baloncesto de élite por mucho que hubiera militado en la NBA. Diferente fue el caso de Rancik quien llegó tras un par de temporadas soberbias en Bilbao aunque esto no le sirvió para que le hicieran un hueco aquel año. Con un contrato de un mes en la capital vizcaína, los directivos del Baskonia se interesaron por su situación. Tras un par de meses en Vitoria en los que aportó calidad y trabajo, el eslovaco se despidió asegurando que había sido "una gran experiencia" que iba a recordar toda su vida jugar en el gasteiz. "Jugar en el Buesa Arena es increíble, sobre todo en el último partido, ante el Barcelona, cuando la afición fue como nuestro sexto hombre en la cancha", se despidió. De aquella temporada también se recuerda con nostalgia la entrega de un Florent Pietrus que sigue rayando a un nivel excepcional como está demostrando con la Francia de Tony Parker, Nicolas Batum o el baskonista Thomas Heurtel.
Seguimos retrocediendo atrás en el tiempo para recordar la figura de Diego Fajardo. El canario llegó a Vitoria con treinta años como Hernández-Sonseca o los cuatro temporeros de este curso tan sólo para ayudar en la pretemporada. Sin embargo, Fajardo se las arregló para aguantar hasta noviembre en el equipo que por aquel entonces entrenaba Velimir Perasovic. En aquel rocambolesco curso el croata abandonaba el club en marzo por problemas de salud -ciertas inquietudes por parte de la directiva baskonista presionaron al respecto- para dejar paso a Natxo Lezcano quien, pese a firmar un periodo en el banquillo casi inmaculado fue relegado por Maljkovic de cara a la disputa de la Final Four.
ídolos y fiascos Más atrás en el tiempo aún se encuentra Chris Lofton, quien llegó con el curso arrancado y con una fama de tirador mortífero granjeada por el récord de triples en un partido de la universidad de Tennesse, donde consiguió nueve superando al mítico hilo de seda Houston, y con los 17 hirukos que había anotado unos meses antes en la liga turca.
Se recuerda todavía la consistencia de Vladimir Micov en la temporada 2009-10, hoy en las filas del todopoderoso CSKA de Moscú; el fugaz paso de Omar Quintero en la 2004-05; los contratos temporales de Koturovic y Jelic en la 2003-04 para complementar a Betts, David y Scola; los tres partidos que disputó el mítico Jim Bilba, ex del Limoges campeón de Europa, en la 2002-03, campaña en la que irrumpió el también francés Thierry Gadou que casi levanta el solito la final de Copa del Rey ante el Barcelona con la afición alentándole desde la grada. Lisard González (1999-00) o Tobjorn Gehrke (1998-99) , ambos cortados tras cinco partidos. Geert Hammink, Ben Davis, Serge Zwikker o el entrañable Voice Winters, tan fiero en la cancha como cortés fuera de ella. Educación inglesa. Todos ellos, parte de la historia de un Baskonia que ha crecido por sus jugadores más rutilantes así como por sus trabajadores en la sombra. Auténticos jornaleros del básket.