Vitoria. No existen atajos hacia el éxito. El viaje a la gloria no se realiza en primera clase. Sin sudor no hay recompensa. Y de eso en Vitoria, en el Buesa Arena, se sabe mucho. Decía Pedro Mari Zabalza, mítico entrenador del Osasuna de los 80 y 90, que "si nos confiamos, somos muy malos", en referencia al pobre nivel competitivo que ofrecían sus pupilos cuando no saltaban al campo hambrientos y concentrados. Sería muy osado decir lo mismo del actual plantel del Laboral Kutxa, que reúne toneladas de talento, pero a lo largo del presente curso ha quedado claro que este equipo, cuando está de que no, puede rozar unos niveles de vulgaridad abismales y desesperantes.
El equipo azulgrana emprende esta tarde su camino hacia el cuarto título liguero que a todas luces se presenta como una oportunidad única para buscar la redención. El Buesa Arena volverá a ser escenario y juez. Los pupilos de Zan Tabak volverán a dar la cara ante un público que, aunque como siempre en las grandes citas ofrecerá su incondicional apoyo, vive en la confusión y padece sentimientos encontrados de esperanza y desilusión.
El cuadro baskonista está obligado a ofrecer una demostración de capacidad ante un oponente peligroso pero que llega con bajas. Las hirientes demostraciones de escaso compromiso que ha ofrecido el equipo en sus últimas comparecencias públicas le han generado una deuda con una afición que lo despidió con pitos tras la derrota ante Estudiantes en el que fue su último compromiso como local. El baskonismo, soberano y justo aunque también exigente, ha sabido perdonar siempre los fracasos derivados de la escasez de talento o potencial, pero jamás ha disculpado las muestras de falta de compromiso o implicación.
En este clima enrarecido se abre la pelea por la corona liguera para un Baskonia que no ha sabido traducir en buenas sensaciones la más que correcta campaña que ha realizado, sobre todo tras la llegada de Tabak y en una Liga Endesa en la que ha acabado segundo y donde ha llegado a disfrutar de fases de juego muy consistentes. Más allá de los encuentros ante oponentes de clase baja que se han escapado por el sumidero, sobre los que siempre sobrevoló la sombra de la sospecha y la desidia, el equipo azulgrana se ha mostrado solvente y autoritario cuando ha sido necesario. La versión de las grandes citas, la que permitió pelear de tú a tú ante el Madrid o poner contra las cuerdas al CSKA en la capital alavesa, es la que debería aflorar en este tramo decisivo del curso. Y se espera que lo haga desde ya, no sólo cuando lleguen los partidos ante los grandes y se juegue con poco que perder y mucho que ganar, que parece haberse convertido en hábitat natural.
El Gran Canaria llega a Vitoria muy justo de fuerzas y efectivos. El combinado de Pedro Martínez, un técnico que sin hacer ruido ha conseguido dotar a su equipo de la mejor defensa de la ACB, encara con mucho respeto la cita. Sin el fornido Xavi Rey, lesionado de larga duración, y con la destacada ausencia de Ryan Toolson, su máximo anotador y principal amenaza exterior, los canarios no olvidan sus dos claras derrotas en la fase regular.
Resulta evidente que la fortaleza del combinado amarillo decae cuando aterriza en suelo peninsular. Lejos de su fortín de La Roca, donde este curso el cuadro azulgrana ganó sin excesivos apuros, baja enteros. Ha caído en sus dos últimos desplazamientos a Badalona y Málaga, derrota que le proporcionó más suspense del merecido a su clasificación para el play off, pero también ha demostrado fortaleza mental para sumar triunfos importantes en canchas tan complicadas como el Palau, el Nou Congost o la Fonteta.
espíritu de los veteranos Cualquier incógnita que pueda generar el devenir de la serie descansa, no obstante, en el estado de ánimo del propio Laboral Kutxa. El espíritu irreductible que han mostrado jugadores veteranos y curtidos en mil batallas como Fernando San Emeterio o Andrés Nocioni debe expandirse como un virus para evitar que el equipo, en un alarde de confianza que podría llegar a resultar tan estúpido como peligroso, vuelva a las andadas.
Zan Tabak dispone de todas sus piezas para el duelo inaugural de la serie. A pesar de que algunos jugadores han arrastrado alguna molestia en estos últimos días, hoy estarán todos sobre el parqué de un Buesa Arena que se engalanará para la ocasión. El baskonismo quiere creer. La afición espera que los jugadores del cuadro azulgrana le devuelvan la fe. En Zurbano arranca la ruta hacia la redención.