Vitoria. El Laboral Kutxa cayó en la trampa que le preparó Alejandro Martínez ayer en La Laguna. Los pupilos de Zan Tabak, cómodos en un escenario dispuesto para que los ataques brillaran sobre las defensas, se apuntaron al intercambio de golpes y trataron de imponer su calidad ante un rival apañado pero modesto. Les faltó una vez más la intensidad necesaria para que esa diferencia se hiciera patente. Faltó motivación, hambre, y al final, a pesar del postrero intento del último cuarto, sumaron una nueva derrota.
Sólo Fernando San Emeterio pareció mostrar esa actitud necesaria. El capitán tomó el relevo de un Andrés Nocioni ayer algo más apagado y arrastró a sus compañeros a la pelea. No bastó con la fe del alero cántabro, ni con la extrema facilidad de Maciej Lampe para anotar. El equipo ofreció de nuevo una desesperante indolencia defensiva que se tradujo en la friolera de 99 puntos encajados.
Debe tomar nota el equipo azulgrana. A punto de emprender su camino hacia el cuarto título, con otro cuadro canario como primer escollo, debe saber que sin sudor no hay gloria.