Vitoria. Zan Tabak ha demostrado en los cinco meses que lleva al frente del Laboral Kutxa que es poco amigo de rodeos y circunloquios. Se expresa en sala de prensa con la misma claridad que lo hace en el vestuario. Por eso ayer no tuvo ningún reparo en reconocer que el encuentro que disputará esta tarde su equipo en Miribilla, al igual que los otros tres partidos que restan hasta el final de la fase regular, entrañan una enorme dificultad desde el punto de vista anímico para un equipo que ha mostrado una temeraria capacidad selectiva a la hora de motivarse.
El cuadro baskonista visita una cancha hostil con la amenaza de la relajación aparejada a la satisfacción de haber hecho los deberes a tiempo. Ya con la segunda plaza de la clasificación amarrada, el Laboral Kutxa visita a un vecino metido todavía de lleno en la pelea por ocupar una posición ventajosa de cara al inminente inicio del play off por el título. "Es un partido difícil porque somos un equipo que durante la temporada ha demostrado tener problemas con la preparación mental para algunos partidos", confesó Tabak, quien sin embargo hizo hincapié en el respeto que sus jugadores deben mostrar hacia una afición a la que nunca le gusta sufrir un revés ante el conjunto bilbaíno. "Es difícil porque parece que no nos jugamos nada. Nos jugamos nuestra profesionalidad, nuestro respeto al rival y nuestra deuda con la afición", añadió el croata.
Tabak es consciente de la sana pero enconada rivalidad que existe entre las aficiones de uno y otro equipo. Y tira por ese camino para fijar el nivel de exigencia con el que afrontar el duelo de esta tarde ante un contrincante que ha mejorado mucho en las últimas semanas, tras el duro revés sufrido en la final de la Eurocup ante el Lokomotiv Kuban. "Tenemos una deuda con la afición. Somos profesionales. Tenemos que jugar todos los partidos, no elegir uno sí y otro no. Tenemos una afición que siempre está con nosotros. Hay una rivalidad con la afición de Bilbao y esto nos da una razón más para tomarnos este partido de un modo especial", zanjó.
El conjunto azulgrana se presentará en Miribilla, donde se espera un ambiente tan irrespirable como suele encontrar siempre, con varios jugadores "tocados". En todo caso, salvo que se agraven los problemas físicos de alguno de sus pupilos, el croata dispondrá de toda la plantilla. No estará en la misma tesitura Fotis Katsikaris, que no podrá contar con Grimau. A estas alturas de curso, los equipos que han tenido que convivir en dos competiciones comienzan a pagar el peaje físico. Y el cuadro bilbaíno no representa una excepción a esta regla.
En el último duelo liguero, el pasado domingo frente al CAI Zaragoza, Katsikaris tuvo que manejarse sin uno de sus grandes puntales, el compulsivo tirador griego Kostas Vasileiadis. Eso, sin embargo, le sirvió para que irrumpiera en escena un Fran Pilepic al que el técnico heleno había mantenido en segundo plano durante todo el ejercicio y se destapó con una actuación espectacular, 30 puntos incluidos.
Hoy Vasileiadis sí jugará. Como también el resto de piezas del Bilbao Basket que arrastraban otro tipo de molestias: Raül López, Rakovic, Mamadou Samb y Moerman. En todo caso, con todo lo que se juega el Bilbao Basket, no habrá excusas que valgan. Será un rival muy complicado, y más en un hipotético cruce de play off, como destacó el propio Tabak: "Puede ser el rival más peligroso que hay, por la rivalidad entre aficiones, por su trayectoria, porque tiene muchos jugadores que saben cómo estar en los partidos grandes. Es un rival que merece todo el respeto. Ha pasado un momento malo, como también nosotros lo pasamos en una parte de la temporada".
En todo caso, más que el rival, al técnico balcánico le preocupa su propio equipo, la fórmula para poder encender la mecha de la motivación de sus pupilos. "Hay doce cabezas y se deben preparar las doce para un partido así", insistió un Tabak que, como el resto, sabe bien que este tipo de problemas no se han dado cuando han llegado las citas de alto voltaje, en las que el equipo siempre ha dado la talla en lo que se refiere al aspecto anímico. "Nosotros podíamos perder contra CSKA, Khimki o quien sea, pero no tenía ninguna duda de que los jugadores iban a estar. Luego el otro equipo podía ser mejor, pero no había dudas", matizó.
Hoy las hay, aunque no debería haberlas. Está en juego el respeto a una afición que jamás asume de buen grado que el mejor equipo de Euskadi caiga ante el eterno aspirante. Una cuestión de orgullo.