HACE ya casi ocho años, el 6 de mayo de 2005, el entonces TAU Cerámica protagonizó una de las páginas más brillantes de su importante historia al conseguir el billete para la final de la Euroliga después de imponerse al todopoderoso CSKA (78-85) -anfitrión de la Final Four para más inri- en la primera semifinal del torneo. Antes de que se iniciase el duelo, muy pocos eran los que apostaban por las opciones de los vitorianos puesto que el conjunto que entonces dirigía el viejo zorro Dusan Ivkovic era el gran favorito para hacerse con el título continental ante su público. Al igual que ahora, contaba con una plantilla repleta de estrellas (Marcus Brown, David Andersen, Holden, Dikoudis, Monya...) que, sin embargo, fue incapaz de contener el empuje de las huestes azulgranas bajo el mandato de Dusko Ivanovic.

Con la euforia por el éxito conseguido todavía desbordando por todos los poros instantes después del final del encuentro, Luis Scola atendió los micrófonos de Radio Vitoria y recibió en directo una inesperada sorpresa. Al otro lado del teléfono se encontró con su compatriota y excompañero en el vestuario azulgrana -el verano anterior había emigrado a la NBA rumbo a los Chicago Bulls- Andrés Nocioni. Con la emoción desbordando la comunicación y entre gritos, el bonaerense pronunció una de las frases que permanerá durante muchos años en la memoria de los aficionados alaveses: "Che, boludo les rompimos el culo". Sobran más comentarios. Desgraciadamente el TAU no pudo completar la gesta en la gran final y sucumbió ante el Maccabi pero nadie olvidó lo sucedido ante el CSKA.

Pues bien, el miércoles todos parecimos rejuvenecer ocho años en la sala de prensa del Buesa Arena. Abrumado por la paliza que acababa de recibir a manos del Caja Laboral, Ettore Messina -un técnico que, al margen de su espectacular currículo, destaca por su corrección y del que resulta complicado encontrar una declaración subida de tono- inició su análisis de lo sucedido sobre el parqué en el tercer encuentro de la serie de cuartos de final con una contundencia inesperada. "Para empezar, mi más sincera enhorabuena al Caja Laboral por un muy buen partido. No tengo más palabras en castellano que decir que nos han roto el culo en todos los aspectos. No hay nada más que decir", espetó para sobresalto de todos los que le escuchaban. De nuevo el trasero hacía acto de presencia en un duelo entre CSKA y Baskonia.

Era la segunda oportunidad y la casi siempre acertada sabiduría popular dice que no hay dos sin tres, así que, ¿por qué no soñar con un tercer capítulo de esta particular serie en el duelo de esta noche o, mejor aún, en el hipotético quinto partido de la semana que viene en Moscú? Está claro que para conseguirlo los discípulos de Zan Tabak tendrán que emplearse al máximo de sus posibilidades pero, cuando ya han demostrado que son capaces de hacerlo, ¿por qué no repetirlo?

Sobre el parqué estarán dos de los protagonistas de la primera edición. Uno directo en el bando moscovita (el griego Papaloukas que también defendía la camiseta rusa en aquella oportunidad) y otro indirecto en el vitoriano. Nocioni, destinatario hace ocho años del grito de Scola, está de vuelta en el vestuario baskonista y seguro que quiere devolverle la llamada a su compatriota y amigo.