Estaba claro, pero Zan Tabak lo recordó el lunes, horas antes de tomar el avión que llevó a la expedición azulgrana hasta Moscú. Para tener opciones de superar la eliminatoria ante el temible CSKA, al margen de minimizar errores y encontrar un elevado nivel de acierto, iba a resultar fundamental que el mayor número de piezas posible se sumara a la causa. En esta idea iba implícito el hecho de que los principales estandartes del plantel azulgrana iban a ofrecer su nivel habitual, aunque se ponía en entredicho el rol que tendrían los secundarios, los jugadores que en teoría no alcanzan en calidad a los del banquillo moscovita. Pero llegó la primera cita de la serie de cuartos y se cambiaron los papeles.
Los tapados sacaron pecho mientras algunos de los referentes se desinflaron ante la exigencia de la cita. Contra todo pronóstico, sobre todo a raíz del rendimiento ofrecido en otros compromisos de alto voltaje, jugadores como Maciej Lampe, Nemanja Bjelica o Fernando San Emeterio tuvieron una mala tarde en el Universal Sports Hall. Y eso, ante un CSKA con un plantel tan sobrado, supone prácticamente una sentencia de muerte.
En un partido en el que dio la impresión de que Tabak iba a rebajar la inflexibilidad de sus matemáticas rotaciones, justo los jugadores llamados a asumir el peso del juego se cayeron a las primeras de cambio. La quirúrgica precisión con la que los rusos arrancaron el choque, con Teodosic haciendo lo que le venía en gana, supuso un mazazo anímico para algunas piezas importantes. Especialmente llamativa resultó la desaparición de Nemanja Bjelica. El alero de Belgrado, llamado a ser importante en una eliminatoria en la que su movilidad podía crear muchas dudas a los fornidos postes del combinado ruso, se desinfló tras cometer dos errores en el lanzamiento. A pesar de que fue autor de la segunda canasta del equipo azulgrana, sus dos intentos de anotar desde más allá de 6,75 reflejaron sus nervios. Nemanja apenas rozó el aro en uno de los dos tiros -en el otro ni eso- y Tabak decidió mandarlo al banco para dejar su puesto a un Milko Bjelica que sí dio la talla, a pesar de que sus problemas en el rebote volvieron a quedar en evidencia.
No sufre eso Tibor Pleiss, cuya presencia en la zona aportó más consistencia que la de un Lampe que tampoco tuvo su tarde, sobre todo en tareas defensivas. El pick and roll del CSKA, con Teodosic a los mandos, permitió numerosas canastas fáciles a Kaun y Krstic, que le ganaron la partida de largo al polaco.
La plaza de San Emeterio, que inició el partido como escolta pero no estuvo nada atinado ni en la defensa de Sony Weems ni en ataque, la cubrió con nota Fabien Causeur. El francés, decidido, valiente, preciso, acabó por revelarse como el baskonista más acertado sobre el parqué del Universal Sports Hall. Nocioni fue el único de los titulares que, más por voluntad que por brillantez, dio la talla. Ni siquiera Cook, en buena línea en los últimos partidos, estuvo a la altura. Su incapacidad para frenar a los bases rivales acabó por condenarle.
Zan Tabak apenas dispone de unas horas para recuperar a sus tropas. Sabe el croata, como el resto del mundo, que es buena noticia de cara a las próximas citas que los secundarios dieran la talla. Siempre y cuando, claro está, los pilares rindan también a su nivel.