vitoria. En la Euroliga hay buenos equipos, grandes equipos y luego está el CSKA. El combinado moscovita, gran favorito a alzarse con el cetro continental, se presenta como un obstáculo de dimensiones descomunales en el trayecto que debe seguir el Baskonia en la búsqueda de su quinta Final Four. El sueño del equipo de Tabak de obrar un tercer milagro se topa con el ogro al que todos querían evitar, pero nadie arroja la toalla de antemano. Las tropas azulgranas han cargado los depósitos de autoestima, se han armado de confianza y afrontan lo que hace no mucho podía considerarse como una misión imposible con ambición.
Posible es, desde luego, aunque no resultará en absoluto sencillo plantar cara a un equipo que tiene mucho y casi todo bueno. Ettore Messina dispone de un plantel sobrado de calidad y cantidad. El preparador transalpino cuenta con algunos de los jugadores más determinantes del Viejo Continente. Tiene piezas por duplicado e incluso triplicado para cada puesto y parte con la obligación de, como mínimo, evitar las sorpresas y hacerse con un billete para el O2.
A pesar de la marcha de algunos puntales como Shved, Kirilenko o Siskauskas, el CSKA sigue pudiendo presumir de contar con una de las plantillas más desorbitantes de la Euroliga. Quizá la más. Empezando por el timón, en manos del genial Milos Teodosic, pasando por una línea exterior en la que brillan Sony Weems o Viktor Khryapa y acabando en un juego interior que se corona con la excelsa calidad de Nenad Krstic o la contundencia de Sasha Kaun, el conjunto moscovita aparece en el horizonte baskonista como un oponente temible y sin fisuras, aunque a lo largo de la temporada ha quedado claro que también las tiene.
Los moscovitas combinan la veteranía de viejas glorias curtidas en mil batallas, como el odiado Teo Papaloukas, con la energía de algunos de los valores más firmes del baloncesto ruso, como Vorontsevich o Ponkrashov. Presenta estrellas y finos estilistas, como el eléctrico Aaron Jackson -reclutado del Bilbao Basket a golpe de talonario-, pero también obreros que prestan un valioso servicio a la causa, como el exbaskonista Vladimir Micov o el granítico Dmitry Sokolov. El CSKA tiene de todo. Mucho y bueno. Por eso la eliminatoria de cuartos se avecina tan apasionante como complicada para un Caja Laboral que deberá sublimar el rendimiento de su versión más seria para poder competir ante un rival que ya se ha cruzado en otras ocasiones en su camino hacia las semifinales.
Milos Teodosic maneja los mandos. La estrella de la selección serbia ha madurado. Messina ha sido capaz de sacar todo el jugo a un jugador que ha incrementado su producción estadística con respecto a la pasada campaña. Con el italiano juega más que con Kazlauskas y asume además mayores responsabilidades anotadoras. En todo caso, la mayor amenaza que presenta tiene mucho más que ver con su capacidad para hacer jugar a sus compañeros. Thomas Heurtel y sobre todo Omar Cook tendrán una labor fundamental para la suerte de la serie. Si logran dificultar su tarea, el Baskonia ganará enteros. De lo contrario, si luce a su antojo, el CSKA puede avasallar como una apisonadora a cualquier rival.
Messina, pese a todo, cuenta con otras alternativas. Hay hasta tres bases más en la plantilla que podrían ser titulares u hombres importantes en cualquier otro equipo de Euroliga. Papaloukas ha acabado por hacerse hueco en la rotación. A sus 36 años, el combo heleno ha perdido parte de su chispa, pero conserva su conocimiento del juego y su capacidad para dominar el tempo de los partidos. Jackson ha cedido algo de protagonismo, aunque sigue siendo un arma de incalculable valor para cambiar el ritmo y revolucionar cualquier duelo. Y aún le queda a Messina el arma de Ponkrashov, base titular en la selección rusa y relegado al ostracismo en los últimos duelos. Su corpulencia y capacidad para sacar ventajas al poste ante pares más pequeños representan también un recurso del que el técnico italiano podría echar mano en un momento dado.
En el perímetro también hay piezas muy diferentes que confieren a Messina un elevado margen de maniobra. Más allá de que tanto Papaloukas como Ponkrashov pueden actuar como escoltas, son Weems y Khryapa los que ocupan de inicio las alas. El norteamericano, excompañero de José Manuel Calderón en los Raptors, ya exhibió sus virtudes en el Zalgiris el pasado curso. Sin embargo, su explosión definitiva ha llegado en Moscú. Es una de las principales armas ofensivas de un CSKA al que si hubiera que ponerle un pero quizá podría situarse en la falta de tiradores. Sobre Khryapa hay poco que decir. Es uno de los mejores jugadores del baloncesto europeo. Gran defensor, buen anotador y con un físico especialmente dotado para este deporte, es el tercer jugador que acumula más minutos. En función del rival, si el equipo contrario dispone de interiores móviles y con querencia a merodear la línea de tres como es el caso del Baskonia, suele ocupar la demarcación de cuatro. En ese caso, Micov, otro excelente defensor con el que Nocioni y San Emeterio tendrán un hueso duro de roer, gana minutos.
La versatilidad del juego interior supone la guinda de este temible CSKA. Messina cuenta con cuatro jugadores que superan los 2,10 y con un quinto pívot, Vorontsevich, llamado a ser grande aunque su progresión se está viendo en cierto modo eclipsada por la dura competencia. La gran amenaza en la pintura la representa Nenad Krstic. El exjugador de Thunder y Celtics posee el mejor juego de pies de la Euroliga y su talento ofensivo quizá sólo pueda ser comparable cerca del aro al de Maciej Lampe. La diferencia estriba en que Krstic siempre cuenta con un guardaespaldas que se encarga del trabajo menos luminoso. Sasha Kaun, un portento físico que hace mucho daño en el rebote ofensivo, Sokolov o Erceg pueden asumir esta labor, aunque en numerosas ocasiones es el propio Khryapa quien ejerce como acompañante.
Los nombres, a simple vista, asustan. Pero también asustaban, y quizá más, el pasado año y el CSKA volvió a estrellarse y a quedarse sin un título que parecía tener adjudicado de antemano. Ganar en Moscú nunca es fácil, pero tampoco imposible. El Baskonia lo ha hecho, y este mismo curso otros dos equipos de la ACB, el Barça y el Unicaja, han sido capaces de dar la campanada. En la primera fase el equipo de Messina sólo cedió una derrota, pero en el Top 16 ha peleado hasta la última jornada por el primer puesto. Maciej Lampe y Andrés Nocioni marcaron el camino. La receta parece clara. Hay que pelear para conseguir un triunfo en el Universal Sports Hall y después rematar la serie en Vitoria, al abrigo del Buesa Arena. El CSKA es un gigante, pero este Baskonia, al menos en Europa, ha demostrado osadía incluso para pelear contra molinos.