todo iba como la seda. Acostumbrado en épocas ya olvidadas a sufrir la que acabó denominándose como "caraja del tercer cuarto", el Baskonia regresaba del vestuario dispuesto recuperar el tiempo perdido durante la primera mitad, finiquitada con un excesivo 42-32. El conjunto vitoriano necesitaba héroes a los que aferrarse antes de desvanecerse por completo, y hubo uno que alzó la mano con más rapidez que los demás. Ansioso tal vez por resarcirse del mal papel protagonizado en partidos anteriores, Maciej Lampe inició el tercer periodo con una canasta que asfaltaba el viaje azulgrana para los diez minutos siguientes. Termómetro ayer de un Caja Laboral bipolar, el pívot polaco desplegó más luces que sombras frente al Barcelona durante los treinta minutos que estuvo sobre el parqué de un de nuevo desangelado Palau.

Efervescente en ataque -se sacó de la manga un par de ganchos dignos de aplauso- el poste baskonista tuvo por el contrario más de un debe en su labor defensiva, mal acompañado también por el resto de pupilos de Zan Tabak. Especialmente desesperante para los azulgranas fue el juego de Juan Carlos Navarro, cuya presencia definitiva era una incógnita hasta última hora pero acabó siendo un pilar fundamental en el triunfo del cuadro dirigido por Xavi Pascual. Polémico como siempre en su estilo de juego, cuestionado por muchos por su insistencia a la hora de protestar a los colegiados, el escolta catalán empuñó una certera arma de fuego en su mano para desangrar a los alaveses con 14 puntos. Con todo, ni siquiera la presencia de Navarro parecía suficiente para enterrar las esperanzas vitorianas en el tercer cuarto. Y no lo fue, principalmente, por culpa de un Lampe que se había ido al descanso con seis puntos y acabó el choque con 21 puntos y 6 rebotes para un total de 22 de valoración. El problema era que el Caja Laboral se encontraba huérfano en la pintura más allá de la presencia de su cinco de mayor empaque. Lastrado por las molestias físicas -el alemán tuvo que calentar en solitario tras una de las canastas durante buena parte del encuentro- Tibor Pleiss no estaba en condiciones de medir sus fuerzas con los Jawai, Tomic, Erazem Lorbek y compañía.

Tampoco Milko Bjelica, cuya ciclotímica presencia en el juego baskonista le lleva a contar cada vez con menos minutos en las rotaciones del entrenador croata. Así las cosas, el potencial azulgrana en la zona quedaba unas manos en manos de un Lampe que, al contrario que en otras ocasiones, cumplió con lo que se espera de él. Tanto que, en apenas seis minutos del tercer cuarto, el Caja Laboral fue capaz de hilvanar canasta tras canasta hasta pasar del 42-32 al 52-53 que iluminó los rostros de los jugadores de Tabak y que llegó precisamente con un tiro del pívot polaco. En eso momento nadie lo presagiaba, pero lo que se anticipaba como una noche de las mágicas noches de épica baskonista empezó a desintegrarse al ritmo que marcaba Juan Carlos Navarro. En sólo cuatro minutos la ventaja se evaporó, y del 52-53 se pasó a un desalentador 61-56 al final de dicho periodo. Los diez minutos finales dejaron un atisbo para la remontada cuando Lampe -quién si no- acercaba al Baskonia a cuatro puntos (71-67) cuando el electrónico del Palau marcaba que restaban cuatro minutos y medio para el pitido final.

Poco después, los escasos espectadores presentes en el pabellón barcelonés se quedaban sin aliento al colocar Thomas Heurtel un ajustado 76-74 en el último minuto y medio. La duda sobrevoló el recinto, pero el propio base francés, con un par de malas y precipitadas decisiones, y un triple errado por Nemanja Bjelica que pudo haber llevado el 78-77 al marcador aplastó cualquier posibilidad de gloria. El destino no quiso echar una mano a los vitorianos, que ahora quedan a la espera de un milagro en las dos jornadas que restan para el final de este Top 16. Moscú, la próxima semana, y el Buesa Arena en el duelo final contra el Montepaschi Siena son ya las dos últimas estaciones de un viaje que culmina en la Final Four de Londres.