cuando Thomas Heurtel se puso el mundo por montera y decidió, contra los planes definidos en el último tiempo muerto, lanzar un triple sin agotar la posesión para buscar la gloria y tumbar a un Maccabi que salió del Buesa Arena con la victoria y el average particular en el bolsillo, Zan Tabak seguramente miraría al cielo en busca de la ayuda divina que le va a hacer falta al Caja Laboral para poder colarse entre los ocho mejores equipos de la Euroliga. Al cuadro azulgrana, que acumula cinco derrotas consecutivas en la competición continental, no le queda margen de error. Con cinco partidos aún por jugarse, ya casi no salen ni las cuentas. Pero Tabak ya ha demostrado su capacidad para obrar milagros y el equipo vitoriano hace cábalas que, sin duda alguna, pasan por ganarlo casi todo de aquí al 4 de abril, que es la fecha en la que se cierra el Top 16.
Los dos últimos tropiezos han resultado los más dañinos para los intereses de un Caja Laboral que está obligado a ganar, como mínimo, cuatro de los próximos cinco partidos sin que eso garantice siquiera su presencia en los cuartos de final. Al margen de recobrar la solidez que mostró en el arranque de esta segunda fase del torneo continental y que tanto se ha echado en falta recientemente, tendrá que esperar favores ajenos. Y en un grupo en el que hay dos equipos descolgados casi de partida y en breve puede verse alguno matemáticamente clasificado, depender de otros entraña muchos riesgos.
Este Caja Laboral ciclotímico y huérfano de consistencia se verá obligado a dar lo mejor de sí mismo, que puede ser mucho como se ha visto en los momentos de bonanza, y de hacerlo en varios escenarios en los que de inicio a nadie le gustaría tener que jugarse las castañas. Después de haber caído en los tres últimos duelos jugados en el Buesa Arena, tendrá que enmendar sus desvaríos en canchas muy complicadas. Tres de los cinco últimos partidos los jugará fuera (Besiktas, Barcelona y Khimki) y sólo dos en Vitoria (Fenerbahce y Montepaschi). Sin embargo, cuenta con un precedente tan cercano como motivador: la convincente victoria de este pasado fin de semana en un escenario como el Palau al que deberá regresar en poco más de dos semanas para cobrarse la venganza de las dolorosas afrentas.
Ningún cálculo tendrá validez alguna si el cuadro azulgrana no hace sus propios deberes. Una derrota este viernes en Estambul, aunque pudiera no llegar a suponer la eliminación matemática, disiparía cualquier esperanza. Aferrarse a las opciones numéricas tras acumular una sexta derrota consecutiva no sería más que prolongar una agonía inmerecida para la parroquia baskonista.
El Baskonia tiene que ganar obligatoriamente al Besiktas y hacer lo propio con el otro oponente otomano, el Fenerbahce, antes de afrontar el tramo de verdad importante del calendario. Dando por hecho que ocho victorias pueden resultar suficientes -aunque no existen garantías en absoluto, y menos aún tras perder el average con el Maccabi-, se puede aceptar un traspié en alguna de las dos siguientes salidas, si bien de ser así convendría que fuera en Barcelona y no en la cancha del Khimki, equipo al que además de ganar convendría hacerlo por más de la docena de puntos (71-83) por los que se impuso en Vitoria.
Los resultados directos pueden llegar a salvar o condenar a los aspirantes. O incluso el balance global. Por eso el Baskonia debe mejorar un average general que, salvando a los turcos, sólo es mejor que el del Montepaschi, tres partidos ahora mismo por encima en la clasificación. Lo difícil ahora mismo resulta determinar qué equipo o equipos pueden caerse en estas últimas y definitivas jornadas. No aparece ningún candidato claro.
Por lógica, y dando por hecho que tanto Barça como Montepaschi se encuentran muy cerca de la clasificación matemática (el equipo italiano además con un +11 de average particular con el Caja Laboral), cabría pensar que el cuadro alavés peleará por la tercera y la cuarta plaza con Olympiacos, Khimki y un Maccabi que antes de ganar en el Buesa Arena estaba desahuciado.
Los griegos, a pesar de haber comenzado mal, se antojan como el rival más poderoso. Tienen dos victorias más y han ganado cinco partidos seguidos. El cuadro de Bartzokas jugará tres partidos en casa (Barcelona, Maccabi y Khimki) con los que podría incluso echar una mano al Baskonia y dos fuera (Montepaschi y Fenerbahce). El Khimki, con una victoria más, recibe en casa a Montepaschi, Fenerbahce y Baskonia y se desplaza a Tel Aviv y Atenas, en la última jornada. El cuarto en discordia, el Maccabi, ha cogido mucho aire tras arrollar al Montepaschi y vencer en el Buesa. Es el que parece con menos opciones, pese a su excelente reacción. Jugará tres partidos fuera y dos en casa, igual que un Baskonia al que apenas le salen las cuentas para alcanzar el segundo milagro de Tabak.