Cáceres. A Devon Van Oostrum no le caerá del todo de nuevas la sensación de ser tercer base. Sucedió hace poco, el 11 de enero, cuando su hasta ahora equipo, el Cáceres, se enfrentaba al Melilla. Aquel día, DVO tocó fondo en su cesión y solamente disputó cinco minutos, superado en la rotación por Richard Nguema, jugador que apenas ha visto pista en los últimos años, y José Antonio Medina, que debutó la pasada campaña fugazmente en la LEB Oro.

Puede argumentarse que el británico es el base con mejor promedio de minutos, puntos y asistencias de del Cáceres. Y de hecho su etapa en Extremadura no se debe considerar un fracaso, pero sí que no ha tenido un crecimiento tan grande como se preveía. A menudo centro de los reproches de su entrenador, Carlos Frade, por despistes defensivos y malas decisiones en ataque, sí había experimentado un repunte en positivo en los últimos encuentros. En ocasiones ha mostrado fogonazos de un talento indiscutible, pero globalmente le ha faltado regularidad, lectura de los partidos, complicidad con el técnico. No hay suicidios colectivos en Cáceres por su marcha, con la que incluso se especuló en aquellos negros días de enero.

El salto para el chico, que, por cierto, maneja admirablemente el español, será importante en aspectos también extradeportivos: en Cáceres compartía piso con Miguel Lorenzo y Alex López, comía en un apañado self service que mantiene un acuerdo con el club y afrontaba larguísimos viajes en autobús. Ahora atisba el glamour de la Liga Endesa, aunque, como todos, intuyo que le costará hacerse un hueco en la rotación de Zan Tabak. El draft del 2015 queda aún demasiado lejos.