Vitoria. El OAKA del Panathinaikos, el Nokia Arena del Maccabi, La Paz y la Amistad del Olympiacos, los antiguos Universal Sport Hall y Darius and Girenas Sport Center del CSKA y Zalgiris respectivamente, el Abdi Ipekçi del Anadolu Efes, el Palau Blaugrana del Barcelona, el Centro de Baloncesto de la región de Khimki, el Siemens Arena del Lietuvos Rytas, el Fenerbahce Ulker Sports Arena, el Palacio de los Deportes de Madrid... La lista podría ser interminable. De todos estos emblemáticos santuarios continentales, algo de lo que no pueden presumir muchos por cierto, el Baskonia ha salido airoso en, al menos, una ocasión desde que la Euroliga auspiciada por Jordi Bertomeu echase a rodar allá por el ejercicio 2000-01.
No sucede lo mismo, en cambio, ni con el Pionir de Belgrado ni tampoco con el Palaestra, el hogar del Montepaschi al que toca rendir visita mañana viernes en el marco de la séptima jornada del Top 16 de la Euroliga. El pabellón de la coqueta ciudad toscana, donde reside el auténtico tirano de la Lega italiana desde hace seis campañas, constituye una plaza prohibida para un club que, bajo su anterior denominación de TAU Cerámica, mordió el polvo en sus dos desplazamientos anteriores.
Las confrontaciones entre ambos equipos dentro de la máxima competición continental se cuentan prácticamente con los dedos de una mano -cuatro pertenecientes a la primera fase de los cursos 2002-03 y 2007-08- y un quinto correspondiente a la intrascendente pelea por el tercer y cuarto puesto de la Final Four de Madrid en 2008- y se la circunstancia de que en todos ellos siempre se llevó el gato al agua el anfitrión. El Baskonia se hizo fuerte en el Buesa Arena (90-85 y 76-61), pero también sucumbió con estrépito las dos veces que debió cruzar el mar Meditarráneo para visitar uno de los parajes más bellos del país transalpino.
El primer correctivo, sellado por un concluyente 77-62, tuvo lugar el 8 de enero de 2003 en la décima jornada de la ronda inicial. El Montepaschi, dirigido en aquel momento por Ergin Ataman, dio buena cuenta de un equipo que se presentó con apenas nueve fichas (Nocioni, Foirest, Calderón, Palladino, Allen, Griffith y Phillips, más los jóvenes Eduardo Hernández y Javier Muñoz) y varias bajas significativas dentro su engranaje como Sergi Vidal, Hanno Mottola y Luis Scola. El ya fallecido Alphonso Ford, Mirsad Turkcan y Vrbica Stefanov ajusticiaron a los alaveses en un partido que empezó a torcerse en el segundo cuarto con un parcial desfavorable de 20-9.
Tampoco le fueron mejor las cosas al Baskonia el 9 de enero de 2008 en la undécima jornada de la campaña 2007-08. El desembarco en el Palaestra se saldó con otra inapelable derrota (83-71) tras un choque desequilibrado en el que siempre hubo que remar a contracorriente. El Montepaschi de entonces, bajo la férrea batuta de Simone Pianigiani, no sólo gobernaba con puño de hierro su torneo doméstico -totaliza ya seis Ligas y cinco Copas consecutivas ante la escasa oposición del resto- sino que también era un claro favorito a colarse año tras año en la reunión más elistista del Viejo Continente gracias a una modélica gestión de Ferdinando Minucci, para muchos el Josean Querejeta de la ACB.
pocos supervivientes Jugadores como McIntyre, Sato, Stonerook, Thornton o el fornido Eze -el único, por cierto, que todavía sobrevive de aquel precedente junto a los lesionados Carraretto y Ress- se hallaban en aquel momento en el apogeo de sus carreras, algo que le proporcionaba al Montepaschi un plus para desafiar a cualquiera. Pese al buen papel de Rakocevic y Splitter con 23 y 19 puntos respectivamente, los alaveses regresaron a casa con las manos vacías.
A la tercera puede ser la vencida para un Caja Laboral obligado a cicatrizar las heridas abiertas por las últimas derrotas continentales ante el Barcelona y el Khimki que han vuelto a comprometer sus opciones de clasificación para los cuartos de final.