Vitoria. La Copa de Vitoria no llega en buen momento para este Caja Laboral. El equipo azulgrana, aunque ayer sumó su duodécima victoria consecutiva en Liga Endesa, parecer haber perdido en cierta medida la convicción que devolvió la esperanza a la grada del Buesa Arena. Ahora brilla un poco menos. Presenta más incógnitas que certezas con vistas al torneo que arranca en sólo tres días. Pero sigue haciendo granero y se mantiene como el único equipo capaz de seguir la inmaculada estela del Madrid de Laso.

Ayer encontró un aliado en el rival que le tocó en suerte, otro invitado que parece llegar en horas bajas al festín copero. En un duelo árido, desagradable para el aficionado y trufado de imprecisiones, la testosterona y la fe lo sacaron de la encrucijada ante un Valencia Basket que, a pesar de incurrir en 20 pérdidas de balón y de firmar una actuación muy pobre, se mantuvo en todo momento en partido. Los taronjas dispusieron incluso de opciones en el último cuarto para haberse llevado el triunfo, cuando un triple de Rafa Martínez fijó una renta de cuatro puntos (57-61) que por las inercias que seguían uno y otro equipo daba la impresión de que podía resultar dramático.

Este Baskonia, por fortuna, dispone de planes de emergencia. Cuando no funciona nada, tira de testosterona o de experiencia para salir airoso. Andrés Nocioni y Carlos Cabezas, los veteranos, irrumpieron en escena para arreglar el desaguisado. Zan Tabak, al contrario de lo que hizo el viernes ante el Khimki, tuvo que rendirse a la evidencia. Tras constatar que ninguno de los dos timoneles habituales parecía capaz de tomar las riendas, recurrió al malagueño, que no defraudó. A pesar de la dificultad de la empresa que se le presentaba a un jugador que apenas goza de ritmo de competición, Cabezas cambió el partido. Lideró un parcial de 7-0, con triple incluido, que proporcionó algo de oxígeno a un equipo que estaba perdiendo fuelle en el tercer cuarto.

Nocioni tomó el relevo en el último acto. Justo cuando peor se ponían las cosas, tras ese triple de Rafa Martínez que sembró el pánico en la grada, se desgarró la camisa y afrontó el encargo a pecho descubierto. En vista de que no fructificaban otras opciones, el Chapu tiró de garra y orgullo para acabar por decantar un duelo en el que el Baskonia, sin brillar, había sido mejor que su adversario. Apoyado por un activo Fabien Causeur y por un Maciej Lampe algo más discreto que en anteriores citas, lideró un parcial de 11-0 que dejó tocado pero no muerto al equipo de Velimir Perasovic.

Nocioni es de natural cabezón. Cuando se le mete una victoria en la cabeza, no descansa hasta asegurarla. Y en un partido en el que se apreció una carencia de efectivos preocupante ante la inadaptación de Jelinek y la lesión que sufrió en el segundo cuarto San Emeterio, le tocó multiplicarse. Nunca ha sido un problema para él, que pese a sus 33 años se echó a las espaldas al equipo para certificar una victoria que no basta para sacudir las dudas que venía generando el equipo.

Aún habría, no obstante, espacio para el sufrimiento. Volvió a aflorar uno de los problemas que han lastrado el rendimiento de este Caja Laboral en las últimas citas, como el propio Tabak confirmó después en sala de prensa. A este equipo le cuesta cerrar los partidos. Regala vida a sus rivales cuando parecen listos para enterrar. Eso se paga caro. No ayer, ante un oponente con las constantes vitales bajo mínimos, pero sí en citas de mayor exigencia.

Con una Copa que generaba y genera una enorme ilusión en la hinchada azulgrana a tres días vista, será sin duda el principal punto a trabajar. El equipo no envía buenas señales de víspera. Atraviesa un pequeño bache y no parece llegar en su mejor momento. Pero la Copa, y esto en Vitoria se sabe bien, es siempre otra historia.