zan Tabak fue un gran pívot. Uno de los más grandes del baloncesto europeo. Y como tal, en su códice de entrenador recoge en su códice baloncestístico muchos de los recursos que un hombre grande pudo ir reconociendo como fundamentales para aspirar a las victorias. El preparador croata ha sido claro desde el principio. En su presentación ya advirtió de que la recuperación del equipo descompuesto al que se encontró nada más aterrizar en Vitoria debía empezar por la defensa, un aspecto en el que poco a poco se aprecian mejoras importantes. Pero hay otro punto en el que está haciendo mucho hincapié y que a la larga está reportando jugosos beneficios a un equipo que se desangraba por ese flanco desde que arrancó el curso. Con Tabak, el Baskonia ha vuelto a poner en valor la relevancia de la pelea por el rebote.
Ayer, sin ir más lejos, fue un rebote, un palmeo de Nemanja Bjelica, lo que permitió al equipo azulgrana sumar los dos últimos puntos de un partido que el Lagun Aro ya no podría remontar. Aunque más allá de esa acción concreta, la superioridad global en este apartado permitió al Baskonia sumar una victoria que en otros muchos cómputos estadísticos y morales quizá no llegó a merecer. No es ninguna tontería. Para un equipo que, como es el caso, está lanzando tan mal a canasta, la posibilidad de disfrutar de segundas y hasta terceras opciones de tiro vale su peso en oro.
El Caja Laboral acabó imponiendo sus centímetros en el duelo del San Sebastián Arena 2016. Y no fue por casualidad. Es algo en lo que Tabak está haciendo hincapié y sus pupilos están sabiendo acatar. Desde la llegada del técnico croata la situación en este aspecto, hasta la fecha una condena, comienza a ofrecer brotes verdes.
Tanto en Euroliga como en ACB estaba pagando el peaje. Es uno de los equipos que menos rebotes captura en ambas competiciones. Sus números resultaban preocupantes. Y más aún los efectos que se percibían a raíz de ellos en el juego y los resultados. Pero ayer quedó constancia de la mutación -o del inicio de mutación- que está experimentando con la irrupción de un entrenador que tiene alma de pívot.
El Lagun Aro, que cerró el encuentro con mejor valoración global (73 por 69), más asistencias (13 por 8), más recuperaciones (8 por ninguna del Baskonia), y muchas menos pérdidas (5 por 13), acabó barrido ante el poderío interior del rival. Fue este detalle, junto a la testosterona que aportó el Chapu Nocioni, lo que cambió el signo de un partido que por casi todo lo demás bien podría haberse cerrado con un triunfo local.
El Caja Laboral concluyó el partido con 14 rebotes más en su haber que el equipo dirigido por Sito Alonso, que obviamente ni fue pívot ni tiene ese espíritu de férreo interior del que Tabak quiere impregnar a un equipo que, por contra, sigue sin registrar los niveles de acierto en el lanzamiento que se le deberían exigir a unos jugadores de primer nivel europeo. Por suerte, el crecimiento en una suerte como la del rebote permite gozar de más oportunidades. Ayer, sin ir más lejos, con 16 más, ya que ese fue el número de rechaces que cazaron los pupilos del croata en el tablero contrario. En total, el equipo vitoriano cerró el partido con 42, mientras que el Lagun Aro se tuvo que conformar con 28. La diferencia fue lo que acabó por decidir el choque.
No es, sin embargo, un hecho aislado, como el propio Tabak se encargó de reseñar tras el partido. Salvando el bochorno de Kaunas, en el que el propio técnico pudo comprobar el nivel de descomposición del equipo que cogía, en sus otros tres encuentros al frente del Caja Laboral ha conseguido ganar la batalla por el rebote. Y cada vez con más holgura. El cuadro azulgrana capturó tres más que Unicaja, once más que el Armani y ayer la diferencia fue de catorce. El equipo va impregnándose del alma de su nuevo técnico.