Se le esperaba como el salvavidas que corrigiese la falta de liderazgo acreditada por el Baskonia en los albores de temporada y su reaparición permite concebir esperanzas en un cambio de rumbo que haga olvidar los últimos sinsabores, especialmente fuera de las fronteras. Taylor Rochestie, la gran esperanza blanca y una de las apuestas más arriesgadas del club para retomar el camino de los títulos al reclutarle del modesto mercado francés, reapareció ayer en un momento crítico para, en compañía de Cabezas, dotar al equipo vitoriano de otro aire en una parcela de juego mirada con lupa por los detractores tras la inesperada marcha de Pablo Prigioni a los Knicks.

Su providencial vuelta, más allá de permitir a Dusko Ivanovic disponer por primera vez en la temporada del grupo al completo, constituyó un balón de oxígeno para que un revitalizado Caja Laboral diera buena cuenta de un decepcionante Barcelona, cuyo ejercicio de impotencia en el Buesa Arena resultó sorprendente. El preparador montenegrino le otorgó trece minutos de calidad, muchos de ellos cuando se estaba cociendo la suerte del ganador al comienzo del último acto. Y lo cierto es que las señales emitidas por Rochestie fueron de lo más positivas. Evidenció su innata facilidad para anotar y dejó bien claro que, con permiso de ese viejo zorro llamado Cabezas -estelar en la jornada de ayer ante la temible pareja Huertas-Sada-, debe erigirse en el guía que rija los designios de este equipo en cuanto se pongan en juego los golosos caramelos de las coronas. El gran perjudicado y el hombre llamado a quedar relegado al anonimato a partir de otro no es otro que el bisoño Heurtel, que ayer volvió a cargar de razones a sus críticos respecto a la valía para un conjunto de estas aspiraciones.

conexión letal Más allá de sus correctos números (4 puntos y 3 asistencias), Rochestie aportó cordura, tablas, viveza y solvencia a la ofensiva alavesa. Sus servicios fueron reclamados en el segundo cuarto en el preciso instante en el que el Baskonia había despertado del letargo y estaba completando, posiblemente, algunos de los mejores minutos de la temporada. El timonel nacido Houston tomó el relevo a lo grande a un Cabezas que había elevado de forma notable las prestaciones tras otro fatídico comienzo protagonizado por el de Beziers. Bajo su mandato, el cuadro alavés se mostró fluido, alegre y dinámico en ataque para desestabilizar la poderosa defensa culé, una de las menos profanadas desde el comienzo del ejercicio.

Lejos de acusar la inactividad de las tres últimas semanas a causa de su inoportuno esguince, Rochestie mostró una soltura impropia de alguien que acaba de reaparecer. Acreditó un excelente manejo de balón y se prodigó con acierto en algún lanzamiento exterior, aunque lo mejor de su repertorio procedió de varios alley oops espectaculares con Tibor Pleiss en el segundo cuarto. Como si llevasen jugando juntos toda una vida, ambos formaron una conexión letal que permitió al Caja Laboral alcanzar el intermedio con una renta esperanzadora (44-35). El espigado alemán aprovechó a la perfección los medidos servicios del estadounidense, preciso, sereno y con personalidad para controlar los tiempos y colocar el balón a una altura adecuada. El Baskonia, en definitiva, diversifica su peligro.