Vitoria. Cuando el Baskonia dio a conocer los plazos de las obras de remodelación del Fernando Buesa Arena y comunicó las fechas en las que el equipo tendría que jugar en el exilio del Iradier, pocos imaginaron que la Euroliga iba a tardar unos cuantos meses más en conocer el renovado coliseo azulgrana. La máxima competición continental pasó de largo. El equipo, huérfano del cálido abrigo de su feudo talismán, cayó por primera vez a las primeras de cambio en el torneo y no pudo estrenar con enfrentamientos del Top 16 el renovado recinto, cobijo de las principales gestas de un plantel que tratará de nuevo de aferrarse a su embrujo para recobrar su grandeza.
El combinado baskonista ha cimentado en su solidez como anfitrión gran parte de su leyenda en la Euroliga. El cuento de hadas del club de una pequeña capital de provincia incluido como norma habitual entre los mejores equipos del continente ha tenido mucho que ver con el pavor que el Buesa Arena y su afición generaban en los visitantes antes incluso de que su aforo creciera hasta las actuales dimensiones. El Zalgiris de Joan Plaza pasará a la historia esta noche como el primer rival europeo que pisa el parqué del renovado pabellón. Y debería convertirse en la primera víctima porque la Euroliga es un torneo que no perdona despistes. Caer en casa se paga muy caro en esta competición, como quedó claro el pasado curso cuando un único lunar ante el Bilbao Basket conllevó el castigo de la eliminación prematura.
El pasado ejercicio debe servir como advertencia. El combinado que comanda Dusko Ivanovic se deshizo en su feudo provisional del Iradier Arena con más o menos apuros del Cantú, del Olympiacos -en este caso con una providencial canasta sobre la bocina de Pablo Prigioni-, del Fenerbahce y del Sluc Nancy. Pero cayó ante los vecinos del norte y esa derrota acabaría resultando definitiva. El primer reto que debe fijarse el equipo azulgrana es resolver los partidos de casa, algo que por otra parte se había convertido en una tradición hasta que en los últimos años el expediente quedó emborronado.
El Buesa Arena, coincidiendo con el declive que ha acompañado al equipo vitoriano en estos dos ejercicios precedentes, perdió en cierta medida esa condición de feudo inexpugnable. Contando esa derrota de la pasada campaña ante el equipo de Fotis Katsikaris, el Baskonia ha caído hasta en cinco ocasiones en casa en los dos últimos ejercicios. Algo inimaginable años atrás, cuando ni siquiera los más grandes contaban con escapar con vida de la capital alavesa. Hace dos años, a pesar de que el equipo acabaría colándose en los cuartos de final, cayó hasta en cuatro ocasiones en Zurbano: dos en la primera fase (Zalgiris y Asseco Prokom), una en la segunda (Lietuvos) y una más, que resultó definitiva, en el cruce de cuartos ante el Maccabi. Pese a todo, con esos borrones en su expediente, el combinado gasteiztarra logró estar entre los ocho mejores equipos europeos.
El nuevo Baskonia, sin marcarse topes, no se fija aún esa cota de éxito. En el discurso de todos, directiva, técnicos y jugadores, parece grabado a fuego que el primer objetivo ineludible es el Top 16. A partir de ahí ya se verá, se irán redefiniendo los parámetros de la ambición. Y para que el camino se vea en cierto modo allanado, no queda otra que recuperar la fiabilidad de antaño en un recinto que con su nuevo aforo está destinado a convertirse en una olla a presión cuando lleguen los duelos de máxima exigencia.
En realidad, se trata de rescatar las buenas costumbres de antaño, cuando en la primera fase del torneo lo de jugar y ganar en casa se había convertido en poco menos de una rutina. Basta con echar un ojo a la hemeroteca. En las cinco temporadas anteriores, las que preceden a las dos posteriores al tercer titulo liguero, los números resultan aplastantes.
De los 62 partidos que el cuadro azulgrana disputó en la fase inicial de la Euroliga entre las campañas 2005/2006 y 2010/2011 sólo perdió tres. Dos de ellos ante el CSKA, en las campañas 2009/2010 y 2007/2008, y uno ante la Lottomatica Roma, en la 2008/2009. El resto de los compromisos de aquellos tiempos de bonanza se resolvieron con victoria. Y era en el antiguo Buesa. La historia del nuevo se empieza a escribir esta noche.