vitoria. La carrera de Dejan Musli, un expediente x en sí misma, está viviendo en este arranque de curso otro fenómeno inexplicable. Aunque esta vez desde un punto de vista positivo. El gigante bosnio que en verano de 2010 firmó un contrato de cinco temporadas con un Baskonia que contemplaba en su figura al futuro sostén deportivo de la entidad se está convirtiendo en una de las sensaciones de las primeras jornadas de la Liga Adriática.
A Musli, al parecer, le ha espoleado la rescisión de contrato acordada a mediados de julio con la entidad del Paseo de Cervantes y en su regreso a su país, en el Partizan, está empezando a ofrecer la medida que la inmensa mayoría confiaba que podía dar. En los dos primeros encuentros oficiales con el conjunto que dirige Dusko Vujosevic, ante Zadar y KRKA, el poste serbio ha promediado 13,5 puntos, 7,5 rebotes y 2 tapones, como publicaba ayer la web Solobasket. Nada que ver con el jugador tímido, apocado y aparentemente apático que pasó dos temporadas en el Buesa Arena para desespero de un Dusko Ivanovic que llegó a pedir que no se le preguntara por él en rueda de prensa.
Resulta difícil entender el proceso de cambio que ha experimentado Musli este verano. Nada más romper su vinculación con la entidad vitoriana, y tras unas cortas vacaciones, disputó un buen Preeuropeo con Serbia, donde volvió a encontrarse con su íntimo amigo Nemanja Bjelica. Más allá de que la relación entre el jugador e Ivanovic pudiera no ser la mejor, según fuentes consultadas por este periódico por la actitud del pívot desde su llegada a Vitoria, en ninguno de los dos equipos en los que jugó cedido (Montegranaro y Fuenlabrada) llegó a mostrar nada de lo que está exhibiendo en el Partizan. Por fin, aunque sea lejos, parece que ha llegado el tiempo de Musli.