Vitoria. La mayor parte de las presentaciones de jugadores, ya sean de fútbol o de baloncesto, no tienen mayor interés que el de ver al nuevo refuerzo de uno u otro club posando con la camiseta del equipo en el que desembarca. La de Carlos Cabezas fue algo más. La habitual rueda de prensa organizada por el Baskonia para recibir a su nuevo jugador permitió confirmar lo que tanto se viene hablando sobre el base malagueño: se encuentra entusiasmado ante el reto que supone para él regresar a la élite, volver a un equipo que luchará por los títulos, a una ciudad que pudo haberle acogido hace ya algún tiempo pero que se ha hecho de rogar. Y no lo oculta
"Después de varios veranos en los que mi nombre había sonado para el Baskonia, esta vez sí hemos llegado a un acuerdo. Ha tocado esperar, pero por fin ha llegado el momento y me siento muy orgulloso de poder formar parte de un club grande como es el Baskonia", se arrancó Cabezas, que se presentó en el Buesa Arena acompañado por el director deportivo del club, Félix Fernández. El exjugador de CAI, Khimki y Unicaja, que poco antes había tenido la oportunidad de trabajar por primera vez a las órdenes de Dusko Ivanovic, reflejaba tanto deseo por decir lo que tenía que decir como por hacer que el tiempo corra y llegue el momento de la verdad para poder demostrar que merece la confianza que la entidad azulgrana ha depositado en él. "Vengo con todos los sentidos puestos. Conozco muy bien la filosofía, aunque sea desde fuera, del club y el entrenador. Vengo preparado y cuanto antes pueda adaptarme al sistema de Dusko y del club, mejor para todos", manifestó.
No le asusta ni le obsesiona, según dijo, que se le encomiende la responsabilidad de asumir el relevo de un histórico del baskonismo como Pablo Prigioni. Aunque es consciente de que se le pedirá que se convierta en una figura importante, y no sólo dentro del parqué, sino también fuera, en un plantel renovado y en busca de sus nuevos líderes. "Es una motivación más. Pablo ha hecho historia en este club y yo tampoco vengo la obsesión de fijarme sólo en eso. Simplemente me quiero ganar el respeto, sobre todo y lo primero, de mis compañeros día a día en los entrenamientos y en los partidos. Pero eso se logra con el trabajo constante, no de un día para otro", advirtió.
A Cabezas, que lucirá el número 16 en su camiseta, no se le escapa el hecho de que el Baskonia vive una de las etapas más yermas en cuanto a títulos se refiere de su historia reciente. Son ya dos años sin catar un trofeo, sin poner el pie en una final, y para un tipo que ansiaba con tanta vehemencia regresar al escenario donde se reparte la gloria, el objetivo de volver a pelear hasta el final en todas las competiciones se convierte incluso en un reto personal. "Aquí se está acostumbrado a eso. Ojalá podamos estar compitiendo hasta el final en todas las competiciones, porque eso significará que se están haciendo las cosas bien y se cumplen los objetivos marcados por el club y el entrenador", manifestó sin ambages.
A priori, y siempre a expensas de ver cómo encajan las piezas, Cabezas considera que el trabajo de la directiva para armar un plantel competitivo puede dar sus frutos. A su juicio, este nuevo proyecto azulgrana está capacitado para plantar cara a los dos clubes futboleros, y al que todo el mundo apunta que puede ser un invitado inesperado en el reparto de papeletas y él conoce muy bien. "Sí, pienso que casi como cada año estaremos junto a Barça y Madrid peleando, aunque es cierto que el Unicaja se ha reforzado bien, tiene una plantilla prácticamente nueva pero que parece que encaja con lo que querían y pueden estar ahí", analizó. "Creo que puede ser una liga abierta, competitiva, con seis o siete equipos contra los que se va a tener que luchar mucho para ganar. Eso es lo bonito".
un idilio de largo recorrido El timonel andaluz, que ya en su época en Málaga insinuó que le encantaría poder jugar en el equipo vitoriano, no se siente extraño al hablar del recinto en el que confía en paladear muchas noches de gloria. Al contrario. Cabezas conoce bien el Buesa Arena, y a la afición que otrora fue enemiga y a la que ahora concibe como una aliada de excepción en la búsqueda de nuevas metas. "He jugado muchas veces en contra. Sé cómo aprieta la afición aquí y ahora tengo la suerte de tenerla de mi lado. Si siempre han apretado, ahora con el nuevo pabellón tiene que ser espectacular jugar a favor", se permitió incluso imaginar.
A sus casi 32 años, con la experiencia y la madurez que ha ido adquiriendo por el camino, Cabezas asume el reto que se le presenta. Sus dos años en el CAI -club al que quiso agradecer la oportunidad que le brindó de regresar a la ACB- le han permitido contar con una segunda oportunidad que no todos pueden disfrutar. Pero nadie le ha regalado nada. "Tenía muchas ganas de volver a un equipo de este nivel, de volver a jugar la Euroliga, y me siento capacitado para poder hacerlo. He trabajado muy duro estas dos últimas temporadas y durante el verano para poder lograrlo y creo que es un reto importante para el que me siento preparado", aseveró.
Ahora debe pasar de las palabras a los hechos. Tendrá que competir por los minutos con un Taylor Rochestie al que reconoció no haber visto nunca en directo ni haberse enfrentado y, mientras se le siga sin dar una salida, con un Thomas Heurtel al que ayer Félix Fernández volvió a considerar como "jugador de la plantilla". Cabezas, llamado a ocupar un papel importante en el nuevo proyecto azulgrana, no dudó a la hora de avalar la calidad que se concentrará en su nuevo vestuario: "Tenemos una plantilla muy completa, con jugadores con experiencia y con juventud. Ahora hay que ver cómo respondemos, pero creo que tenemos una gran plantilla", concluyó.