No corren buenos tiempos en la ACB, sumergida en uno de los momentos más críticos. Con varios clubes intervenidos judicialmente y al borde de la desaparición, otros envueltos en acuciantes problemas económicos que tiñen de sombras su supervivencia, acorralada por la Euroliga para que los partidos de los grandes dejen de disputarse los fines de semana y unas audiencias cada vez más discretas en espera del nuevo contrato televisivo que ayude a relanzar el deporte de la canasta como se merece, la imparable desbandada de estrellas no se está haciendo esperar. El dinero ya no fluye a borbotones como antaño en una modalidad donde, desgraciadamente, también se dejan sentir más de la cuenta los recortes de otros ámbitos de la sociedad y existen telarañas en las arcas para poder fichar a golpe de talonario.
El presente mercado estival está deparando la marcha de jugadores carismáticos que habían dado fuste al torneo hasta ser considerado por todos el más excitante del Viejo Continente. Sin embargo, dicha condición empieza a estar en seria tela de juicio ante las millonarias inversiones de los conjuntos turcos y rusos, que están irrumpiendo como un elefante en una cacharrería para apropiarse de las piezas más determinantes. A diferencia de en España, donde los atrasos se hallan a la orden del día, allí se suele pagar puntualmente y muy bien. Y, como los jugadores buscan destinos que les garanticen el cobro íntegro de sus contratos, no hay darle excesivas vueltas a la cabeza a la hora de tomar la decisión.
Al igual que sucede en el fútbol, donde la emoción brilla en los últimos tiempos por su ausencia, Barcelona y Real Madrid son los únicos que resisten el tipo en esta época de recesión y hacen gala de una opulencia de origen bien conocido. Ambos están aprovechando el dinero del fútbol para marcar territorio y ampliar la diferencia sobre el resto, donde únicamente el Baskonia sigue a duras penas la rueda mientras el resto debe conformarse casi con las migajas. Sin embargo, el club vitoriano no es ajeno a la imperiosa necesidad de vender a sus mejores elementos para regenerarse. Este verano ha perdido a Pablo Prigioni y Mirza Teletovic, que han puesto rumbo a la NBA para recalar en los Knicks y los Nets respectivamente.
Turquía y Rusia, el paraíso Y es que las mareantes ofertas procedentes del otro lado del charco y de los nuevos ricos continentales han sido caramelos demasiado golosos para buena parte de los jugadores más determinantes de la ACB. Además del base argentino y del ala-pívot bosnio, también recalan en la mejor liga del mundo los taronjas Víctor Claver (Portland) y Nando de Colo (San Antonio), además de un Joel Freeland que también deja tras de sí el calor de Málaga para enrolarse en los Trail Blazers, equipo que poseía sus derechos en Estados Unidos.
El Bizkaia ha sufrido igualmente la insaciable voracidad rusa. El eléctrico Aaron Jackson y Marko Banic, que han posibilitado los mejores éxitos de su historia, tampoco pudieron evitar la tentación de aceptar las tentadores proposiciones del CSKA y del Unics Kazan. El frío se lleva mejor con los bolsillos llenos y eso debieron pensar igualmente dos fornidos interiores que campaban a sus anchas en España como James Augustine y Paul Davis. Ambos conformarán una pintura de lo más intimidadora en el Khimki de Rimas Kurtinaitis, vigente campeón de la Eurocup y que regresa por la puerta grande a la Euroliga. El búlgaro Kaloyan Ivanov, una de las sensaciones del casi desaparecido Lucentum, también aportará su fortaleza a otro emergente conjunto ruso como el Krasnye Krylya.
Dos gigantes europeos tampoco han desaprovechado la oportunidad de pescar en la ACB. Nik Caner-Medley, el ala-pívot del Valencia, ha sido contratado a bombo y platillo por un Maccabi dispuesto a reverdecer viejos laureles. Andy Panko, el hombre que había echado raíces en San Sebastián y flamante MVP de la pasada edición liguera, acaba de poner fin a ocho doradas campañas en el Lagun Aro para regresar a Grecia, donde ya militó en su día en el PAOK de Salónica. En plena fuga de estrellas y pese a vivir una época de vacas flacas, el Panathinaikos le ha disuadido para enrolarse en un proyecto más austero que ya no será dirigido por el laureado Zeljko Obradovic.
Para compensar tanto vacío, no queda otro remedio que congratularse -no tanto, eso sí, si uno es seguidor del Baskonia- del regreso del mediático Rudy Fernández al Real Madrid, que también ha reclutado a Dontaye Draper y Marcus Slaughter, y la renovación de Erazem Lorbek por el Barcelona. Queda por delante un largo verano para que los puzzles se vayan conformando. Algunas cartas de la baraja están escondidos, pero resultará difícil que, salvo los sempiternos clubes de fútbol y posiblemente el Caja Laboral, alguien perteneciente a la clase modesta se saque conejos de la chistera.