Vitoria. La candente rivalidad que adorna los duelos entre Baskonia y Real Madrid no ha nacido de las refriegas dialécticas entre Josean Querejeta y el responsable de turno de la sección de baloncesto del equipo blanco. Es más, no arrancó con Sergio Llull, Felipe Reyes o los ahora jugadores del Gescrap Axel Hervelle y Alex Mumbrú. Hace mucho tiempo, tanto que quizá incluso algunos de los que ahora azuzan bufandas en el Buesa Arena no se acuerdan, esta fobia deportiva ya manchaba páginas de periódico y tenía sus propios iconos, héroes y villanos. Algunos de ellos, como no podía ser de otro modo, han sobrevivido al paso del tiempo.

La tradición oral -o lírica en este caso- ha mantenido siempre presente uno de los más célebres episodios, el que vivieron, en otra semifinal similar a la que hoy podría cerrarse en Vitoria, el Taugrés del huraño Herb Brown y el Madrid de un Clyfford Luyk cuyas declaraciones revisadas dejan en una mera anécdota las poco meditadas proclamas de Sánchez Lázaro. Los protagonistas principales de esta película, sin embargo, no fueron los entrenadores, sino dos jugadores: el puertorriqueño Ramón Rivas y el alero blanco Pep Cargol, en breve personajes de uno de los cantos más habituales de la afición azulgrana, el célebre Dale, Ramón.

Se cumplen veinte años ya de aquel quinto partido de la semifinal de la campaña 1991-1992, en la que el Baskonia, por entonces Taugrés, buscaba la primera final de su historia. Había sido una serie larga y marcada por el cruce de acusaciones entre los componentes de ambas escuadras. Y al final pasó lo que tenía que pasar. La tensión fue in crescendo hasta que en un lance del primer tiempo -todavía no se habían instaurado los cuatro cuartos- Cargol y Rivas quedaron enganchados. Una serie de forcejeos se resolvió con un manotazo del poste baskonista y con su rival retorciéndose en el suelo.

Víctor Mas no lo dudó. El puertorriqueño se fue a la calle y el Taugrés, que había comenzado con un excelente juego ese decisivo encuentro, acabó por quedarse con la miel en los labios. "En mi carrera le di a muchos jugadores mucho más duro", bromeaba años después el propio Rivas, que llegaba a acusar a Cargol de haber simulado más dolor del que en realidad le causó. El exmadridista, de hecho, ya no se molesta en negarlo: "Se veía en las imágenes de televisión que apenas me roza. Pero es una acción que no piensas, instintiva", reconocía.

El nivel de rivalidad de aquellos años de incipiente gloria baskonista no era menor del que se respira a las puertas del choque de esta noche. Quizá fuera incluso superior, como recuerda Santi Abad, exjugador de ambos equipos, que vivió sobre el parqué aquel ya histórico momento. No le duelen prendas en reconocer que aquel Baskonia era un grupo de tipos duros, que se habían ganado a pulso su apelativo de Bad Boys. "Se nos había puesto esa mala fama y el equipo la asumió. Así que jugábamos duro", explica Abad, que compartía vestuario, además de con Rivas, con el hoy técnico rival, Pablo Laso, así como con Chicho Sibilio, David Wood, Miguel Juane, David Sala, Juan Pedro Cazorla y Joe Arlauckas.

El pívot de Rochester, que también ha lucido ambas camisetas y tuvo que asumir el peso del juego interior del equipo azulgrana para acabar con 35 puntos, no se sorprende de la polémica que se ha formado en torno a los árbitros. "Eso siempre ha estado ahí. El que perdía siempre se quejaba de los árbitros, como ahora", recuerda Arlauckas. "Ha habido errores, porque siempre los hay. Pero no han sido decisivos. A mí lo que realmente me sorprende es que sigan estando los mismos árbitros que había cuando yo jugaba", añade. "El arbitraje de los últimos años es muy malo", apunta Abad.

morbo beneficioso En realidad, nada ha cambiado tanto en estas dos décadas. Ninguno de los dos se escandaliza por la polémica. Es más, tanto Abad como Arlauckas lo consideran parte del juego e incluso algo beneficioso para el baloncesto. "Cualquier cosa que haga que el basket salga más en las teles y en los periódicos es positivo para el deporte", asegura el norteamericano. "Mañana (por hoy) va a haber más audiencia, más público en las gradas, más tensión y más interés que nunca", concede Abad. Aunque, eso sí, Arlauckas pide que no se olvide que "detrás de todas esas declaraciones y quejas se está jugando una gran semifinal entre dos grandes equipos".

Es probable que en el choque de esta noche no llegue a verse ninguna acción que logre hacerse con un hueco en la memoria colectiva del baskonismo como aquel lance entre Rivas y Cargol. Pero nadie duda de que será un duelo intenso, digno de dos contendientes que no siempre estuvieron tan a la par. "Lo que más ha cambiado es que ahora el Baskonia tiene la mentalidad de que es igual que el Madrid. En nuestros tiempos no era así", explica Arlauckas, para quien el Caja Laboral merecería lograr el pase a la final. "Esta jugando mucho mejor. Si fuera un combate de boxeo, sería el ganador a los puntos", asevera.

Abad, que alaba la capacidad de Querejeta para manejar tonos y tiempos y quedar por encima de Sánchez Lázaro, mira con nostalgia al pasado y muestra cierto escepticismo ante lo que algunos califican de serie caliente. "En nuestros tiempos ya se usaba todo para presionar a los árbitros: medios, afición... Y al rival le avisabas de que le ibas a poner fino en tu casa". Nuevos tiempos, viejas polémicas. Ha llovido mucho. Pero en la grada hoy volverá a cantarse el mítico Dale, Ramón.