Vitoria. Aterrizó hace dos veranos como uno de los valores más prometedores del Viejo Continente, pero no está siendo hasta estas últimas semanas cuando el Baskonia asiste al añorado despertar de un diamante con el que puede enriquecer sus arcas. Nemanja Bjelica firmó ayer una actuación para enmarcar en el derbi vasco, testigo de las inmensas pinceladas de calidad de un jugador que ha estado bajo sospecha por su frialdad y falta de carácter. Asentado en el cinco titular en detrimento de Teletovic y reclutado por Ivanovic como falso cuatro, el internacional serbio ha explotado por fin las virtudes que era incapaz de sacar tanto por su propia incapacidad como por la falta de confianza del técnico montenegrino. El público se puso en pie para despedir a un jugador que no rehuyó la pelea barriobajera con el marrullero Hervelle, con el que mantuvo constantes piques y al que incluso llegó a golpear con sus pies mientras estaba en el suelo siendo la acción sancionada por los árbitros. El Buesa Arena se ha convencido de que Nemanja, además de talento y magia en sus manos, también tiene esa pizca de furia y genio que se echaban de menos.