CUANDO a la conclusión de la campaña 2008-09 abandonó el Real Madrid para enrolarse en el proyecto del actual Gescrap Bizkaia, no fueron pocos los que vieron en el movimiento la búsqueda de un retiro dorado, sin mayores pretensiones que las de disfrutar del que probablemente sería el último gran contrato de su brillante carrera profesional. Sin embargo, el paso del tiempo se ha encargado de quitarles por completo la razón. Y es que Alex Mumbrú (Barcelona, 12 de junio de 1979), se ha convertido, tres años después, en el auténtico alma mater del combinado bilbaíno. Su juego y, sobre todo, su mentalidad ganadora le han llevado a ejercer de líder sin discusión de los hombres de negro tanto dentro como fuera de la pista y de la capacidad que tenga el Baskonia para desactivarlo dependerá en gran medida la suerte del plantel azulgrana en el derbi que cerrará hoy la temporada regular.

El tres catalán está viviendo, en plena madurez, una segunda juventud y su explosión mediada la campaña explica en gran parte el renacer de un equipo que pasó por muchos e inesperados problemas al inicio del curso pero que se presenta en la fase decisiva de la competición con todas sus armas bien engrasadas. Y es que los de Fotis Katsikaris se han impuesto en ocho de sus últimos diez compromisos (el pasado jueves tropezaron sorprendentemente en casa ante el Unicaja) para auparse hasta la cuarta posición que les daría ventaja de campo en el primer cruce de los play off por el título y que tendrán que defender en el Buesa Arena ante el Caja Laboral, que tiene la tercera plaza asegurada suceda lo que suceda en esta contienda.

Por el camino, la espectacular trayectoria vizcaína en la Euroliga en la campaña de su debut en la máxima competición continental. Lejos de conformarse con el mero papel de comparsa que teóricamente tenía asignado, el equipo se convirtió en una de las grandes sorpresas del ejercicio. Buena prueba de ello puede dar el Baskonia, del que se convirtió en verdugo en la última jornada del Top 16 consiguiendo un histórico pasaporte para los cuartos de final. Ahí, al Gescrap no le quedó más remedio que hincar la rodilla ante un transatlántico de las dimensiones del CSKA de Moscú. Sin embargo, el cuadro moscovita debió sufrir lo suyo para conseguir doblegarlo y padeció en sus propias carnes las propiedades del Efecto Miribilla que llevó a los vizcaínos a sumar una victoria en la serie.

balones calientes Pues bien, en todos estos momentos, la desgarbada figura de Alex Mumbrú ha sobresalido de manera importante. La enorme experiencia que acumula a sus espaldas tanto en competiciones de clubes como con la selección española le ha permitido ejercer de perfecto conductor dentro de un vestuario en el que no abunda precisamente la veteranía al más alto nivel.

Una circunstancia que se ha puesto de relieve de manera especial cuando los partidos han alcanzado su máximo punto de tensión. Puede que durante los minutos anteriores estuviese desaparecido o que incluso la fortuna le diese la espalda pero siempre que el balón quemaba y pasaba de mano en mano sin rumbo fijo, el barcelonés lo reclamaba para sí y, en la mayoría de las ocasiones, para elegir la acción más adecuada. Bien podía ser para encestar uno de sus estratosféricos triples o ejecutar una perfecta penetración -dos de las especualidades de la casa- o bien para habilitar a un compañero en ventaja, pero siempre asumiendo la responsabilidad en primera persona.

Una cualidad que, evidentemente, ha sido muy valorada por su técnico. Y es que Fotis Katsikaris le ha situado como eje principal de su ideario de equipo. De esta manera, el jugador catalán promedia más de 26 minutos de juego por partido y, salvo en cuatro oportunidades, siempre parte en el cinco inicial vizcaíno. Además de lo que aparece en las estadíticas (9,9 puntos, 4,4 rebotes y 2,9 asistencias para un total de 10,4 de valoración) Mumbrú aporta también grandes cantidades de intangibles. La buena defensa que practica y la capacidad para no darse nunca por vencido le convierten en la bandera ideal para cualquier colectivo.

Tal está siendo el nivel de juego que está ofreciendo en los últimos meses, que incluso se especula con la hipótesis de un posible regreso a la selección de Sergio Scariolo -a la que renunció el pasado verano- para disputar los Juegos Olímpicos de Londres. Él, por el momento, no cierra la puerta a esta posibilidad. "Algo he oído, pero estoy muy centrado en acabar bien la temporada. El año pasado decidí no ir porque sabía que esta campaña iba a ser dura. Pero ahora no me he planteado nada. Además, si empiezas a pensar en cosas que no controlas la concentración se te va. Y solo quiero pensar en ganar el siguiente partido y lo que tenga que venir caerá por sí solo", apunta al respecto. Palabra de líder.