Vitoria. Hace menos de un mes Dusko Ivanovic disparó a Kevin Seraphin con una de esas frases que han convertido al técnico montenegrino en un icono del masoquismo deportivo: "Seraphin tenía un pequeño problema en el pie, pero su problema era más de cabeza. Si quieres jugar, juegas sin una pierna, pero si no quieres, te molesta cualquier cosa". Efectivamente, en el baloncesto hay jugadores a los que en ocasiones les molesta cualquier cosa, pero a cambio hay otros a los que, directamente, su salud se la trae al pairo. Akin Akingbala, pívot del Sluc Nancy, pertenece al segundo grupo. El poste nigeriano, principal baluarte junto a Batum del éxito de la escuadra gala, se ha ganado sin duda el respeto que Ivanovic no concedió en su momento a Seraphin. Akingbala no jugó un partido sin una pierna, pero casi. Lo hizo con una nariz rota, y sin ninguna protección.
Pese a sus 2,09 metros y un par de pies que gastan nada menos que el número 53 -en Lleida, donde jugó hace cinco años, las tiendas de calzado aún tienen pesadillas cuando se menta su nombre-, el cinco nacido en Laos no pudo evitar llevarse la peor parte en uno de los golpes más virulentos que se recuerdan en la historia reciente de la Liga francesa. Ocurrió el pasado 6 de junio. El segundo partido de las semifinales frente al Asvel Villeurbanne -antiguo equipo de Thomas Heurtel- apenas vivía sus primeros compases cuando, en el minuto 4 y de una forma totalmente fortuita, Akingbala chocó con uno de sus rivales, Bangaly Fofana. El encontronazo fue tal que el pívot empezó a sangrar y sufrir convulsiones en cuanto su cuerpo cayó al suelo.
El silencio se adueñó del pabellón. Los doctores saltaron a la cancha mientras los jugadores rodeaban a su compañero tendido sobre el parqué. Su entrenador, el veterano Jean-Luc Monschau, despegó del banquillo de inmediato y, mientras los médicos atendían a su pupilo, pedía a gritos una ambulancia. El problema era que, pese a que la mayoría de clubes cuentan siempre con una los días de partido, el Asvel no era uno de ellos. La ambulancia tardó en llegar desde el hospital más cercano. Un tiempo eterno para los jugadores del Sluc Nancy que, pese a haberse impuesto sin dificultades en el primer duelo de la serie por 109-93, acabaron perdiendo el segundo, reanudado poco después de que Akingbala abandonara el recinto en camilla. Ya en el hospital, los médicos diagnosticaron al pívot un traumatismo craneoencefálico severo. Por si fuera poco, también tenía la nariz rota.
Las semifinales estaban igualadas tras los dos primeros choques y apenas restaban tres días para el último duelo, el que decantaría la balanza en favor del primer finalista de los play off. Durante las horas que transcurrieron hasta verse de nuevo con el Asvel los jugadores del Nancy estaban más pendientes de la evolución de su amigo y vecino de taquilla que del propio encuentro. Querían dedicarle el triunfo y el billete para la final, que después acabarían jugando -y ganando- frente al Cholet. Nadie contaba con que Akingbala pudiera jugar 72 horas después de un varapalo tan violento. Pero jugó. Cuando el público del Cholet vio aparecer al jugador en el calentamiento no podía creérselo. Tampoco sus rivales.
La sorpresa inesperada Pero ahí estaba, quemando los últimos minutos antes del salto inicial como si nada hubiera ocurrido, sin tan siquiera cubrir su nariz con una protección, como le habían recomendado -casi obligado- los doctores. Ninguna de las personas que le vio jugar olvidará su actuación. El ahora compañero de Batum jugó uno de los mejores partidos de su carrera. Anotó 16 puntos y capturó 17 rebotes, contribuyendo a la victoria del Nancy por 89-75 y recibiendo el título de MVP del encuentro. Cuando se puso delante de los medios, los periodistas, sorprendidos, le preguntaron de inmediato cómo había sido capaz de levantarse de la cama del hospital y, con la nariz rota, pegarse en la pintura sin ninguna protección. Su respuesta fue simple y directa. "La nariz ya estaba rota, así que no podía ir a peor. Quería jugar", zanjó de un plumazo. Si jugara en el Baskonia, Dusko Ivanovic estaría orgulloso de él.