VITORIA. Para abrir boca, un triunfo laborioso y labrado a base de ingentes dosis de sudor. La apertura de la Liga Endesa deparó al Caja Laboral el típico partido incómodo que siempre obliga al favorito a madurarlo con paciencia, cocerlo a fuego lento e ir exprimiendo paulatinamente al rival antes de extraer los pertinentes réditos. Asumido por todos que en estos albores de temporada hay que aparcar las florituras, bajar al barro y apelar a la practicidad para colocar los cimientos de un edificio en plena construcción, el equipo vitoriano ejecutó sus deberes con maestría. Desgastó al Cajasol durante veinte y cinco minutos iniciales ásperos como antesala de un demarraje seco que le condujo raudo hacia el liderato provisional del curso recién iniciado.

Mediado el tercer cuarto y con un equilibrio inquietante en el marcador (39-41), el despegue no se hizo esperar. Sostenido por la pujanza de los elementos de la vieja guardia y sin rescatar apenas noticias positivas de las flamantes caras nuevas, el Baskonia dio en la diana a la hora de imprimir un ritmo más vivo y elevar sus decibelios defensivos. Entonces, el duelo se convirtió en un monólogo local, el coso taurino se inundó de palmas y las dudas de los periodos anteriores se disiparon de raíz. Atrás quedaron una cascada de ataques espesos saldados con pérdidas o tiros mal ejecutados y, sobre todo, las terribles lagunas reboteadoras que consintieron al rocoso cuadro sevillano infinidad de segundas y terceras opciones.

Aflorando en todo momento la falta de rodaje inherente a estas alturas de la película y el poco ensamblaje de un plantel con un amplio margen de mejora, el estreno liguero dejó indicios para la esperanza. Esa voluntad mucho más férrea para proteger su aro que la pasada temporada, el juego dinámico, eléctrico y de altas revoluciones cada vez que Heurtel comanda las operaciones, el estado de madurez de un Ribas sobresaliente en los dos aros y la fiabilidad de Teletovic como exterminador constituyeron los mejores argumentos azulgranas a lo largo de la tarde. Ese perfil destajista y belicoso, tan del gusto de su capataz, debe sentar las bases de la añorada solidez mientras el equipo adquiere con el paso de las jornadas los automatismos imprescindibles Prigioni no encuentra, de momento, socios para ejecutar el pick and roll, acopla a las desafinadas nuevas piezas y perfila, en definitiva, su personalidad.

Soluciones corales Pese al plácido marcador final, la consecución del primer éxito no fue un camino de rosas. Durante casi tres cuartos, la tela de araña tejida por Plaza destapó la todavía fragilidad alavesa. Impulsado por el orden, los continuos rebotes ofensivos y su célebre ritmo cansino que desembocó en unos guarismos bajos, el Cajasol satisfizo su propósito de provocar un partido áspero. Si a eso se añaden los típicos nervios del debut y el exceso de ansiedad vitoriano a la hora de agradar al personal, quedan justificadas las apreturas en el marcador hasta bien entrado el tercer acto. Afortunadamente, el plan andaluz se fue al garete en cuanto el Caja Laboral imprimió otra velocidad a su juego, cortocircuitó los ataques visitantes con una acertada subida de líneas y se encomendó a la muñeca de su francotirador bosnio para propiciar un parcial de escándalo.

Mientras el cuadro alavés halló soluciones corales en el tramo crítico, la munición de su oponente se redujo al pundonor del incombustible Jasen. Los erráticos porcentajes visitantes minimizaron la sangría del rebote, convertido en el bautismo liguero en una dolorosa pesadilla. Pese a cosechar 18 rechaces en el aro contrario, el Cajasol purgó el aciago día de sus reputados exteriores sobre todo, Carl English y Milenko Tepic y su escasa pegada a la hora de profanar el aro local.

Mientras su plantel exhibía el temple suficiente para desatascar un partido de perfil árido, Ivanovic lanzó los primeros recados de la temporada. Williams, fuera de forma y sin el ritmo adecuado, y Nemanja Bjelica se convirtieron en espectadores de lujo tras el descanso en beneficio de otros gladiadores más entonados. Tras la mala experiencia de la pasada campaña, el preparador montenegrino busca soldados comprometidos para acudir a la guerra.