vitoria. Se marchó de Vitoria por una puerta que no le correspondía, enemistado con una afición que lo había venerado y con rumbo a uno de los grandes rivales del Baskonia. Pero ha vuelto. Dos años después de su polémica marcha, Pablo Prigioni regresa al Baskonia para aportar la experiencia que requiere el inexperto plantel que la directiva ha puesto en manos de Dusko Ivanovic con el fin de recobrar la autoestima que había quedado dañada tras una temporada más que discreta. El hijo pródigo está de vuelta.
El timonel argentino, que había estado en boca de todo el mundo desde que quedó desvinculado del Real Madrid, se convertirá en acompañante y guía del bisoño Thomas Heurtel durante la próxima temporada. Es lo que ha firmado: un año, por el que percibirá en torno al medio millón de euros. Pero el coste que este jugador puede tener para la entidad del Buesa Arena parece más una cuestión de imagen que de dinero. Ahora toca asistir a la reconciliación, la puesta en escena de un ejercicio de redención que al Baskonia le hace mucha falta.
Prigioni, en realidad, no era la primera opción manejada por la dirección deportiva. A lo largo del verano han sonado otros nombres (Maccalebb, Calathes, Kalnietis...), y han existido contactos con más de un timonel, pero el base sudamericano siempre estuvo a la expectativa, en un segundo plano, como solución de alcance si fracasaban las otras alternativas. Y así ha sido. Al no fructificar, recupera el puesto que abandonó hace dos cursos, cuando se marchó a Madrid, según dijo, en busca de títulos. Con los blancos, sin embargo, no ha ganado nada.
Ahora regresa a la que fue su casa durante seis temporadas, al equipo en el que se consolidó como uno de los mejores directores de juego del continente. En su primera etapa como baskonista participó en la consecución de un título de la ACB (2007-2008), tres Copas del Rey (2003-04, 2005-06 y 2008-09) y cuatro Supercopas consecutivas (2005, 2006, 2007 y 2008). Con él a los mandos, el equipo gasteiztarra disputó aquella mítica final de la Euroliga frente al Maccabi en la Final Four de Moscú. Prigioni ayudó al Baskonia a hacerse grande. El Baskonia hizo grande a Prigioni. Quizá por eso la afición azulgrana se siente aún algo dolida por los métodos que empleó para forzar su salida.
"El Real Madrid me da ese plus que me faltaba en Vitoria, el de un equipo que tiene potencial para ganar todas las competiciones. El objetivo es ganar cada partido y cada competición sólo por vestir esta camiseta", llegó a manifestar en septiembre de 2009, cuando fue presentado como nuevo jugador del equipo blanco. La afición del Buesa Arena lo tomó como afrenta. No se lo perdonó. Es más, se lo echó en cara cada vez que el conjunto blanco pisó el parqué vitoriano. Hasta el punto que el argentino llegó incluso a tener un conato de pelea con un aficionado y rajó después contra la hinchada baskonista: "Las gradas del Buesa Arena se han llenado de mediocridad", manifestó quien había sido, de largo, uno de los grandes ídolos de la parroquia azulgrana. Volverá a serlo. Pese al boato y el presupuesto del equipo merengue, jamás encajó como lo hizo en la capital alavesa.
Hace unas semanas, Prigioni se dejó querer públicamente: "Sería ilusionante volver. Es un equipo que me lo ha dado todo, donde me he desarrollado como jugador, donde he tenido grandes alegrías", dijo. Para entonces, su agente ya se lo había ofrecido al Caja Laboral y Querejeta le había guardado un hueco en la recámara.
Las estrecheces económicas que padece el club que preside Josean Querejeta y la gran mayoría de los que componen la ahora denominada Liga Endesa han resultado fundamentales a la hora de que se llegara a este desenlace. En un verano muy complicado para la directiva azulgrana, en el que el equipo ha perdido a dos de sus grandes referentes, Marcelinho y Barac, y se ha visto obligada a vender a Esteban Batista, el hecho de que Prigioni se encontrara sin contrato ha resultado determinante. Como Lampe, como Milko Bjelica, como Reggie Williams, el base, concentrado ahora mismo con su selección en Argentina, llega libre.
Es la penúltima pieza de una plantilla que Ivanovic aseguró que se cerraría, a ser posible, esta misma semana. Y puede que así sea. Ya sólo queda por llegar un jugador interior y conocer la resolución de las negociaciones que vienen manteniendo los rectores del club con Brad Oleson para que ajuste su salario. El proyecto ya tiene forma.