dEspués de aguardar durante dos días a que la meteorología mostrara al fin su cara más benévola, el Buesa Arena puede sentirse ya un poco más resguardado con su nueva cubierta. Aunque por el momento sólo es una inabarcable estructura a la que aún le faltan dos de sus partes, el techo que a partir de ahora cobijará el pabellón de Zurbano luce su reluciente y amplio esqueleto tras la operación de microcirugía aérea a la que el paciente fue ayer sometido ante centenares de curiosos. Menos vistosa quizá que la extracción y traslado de la antigua cúpula acometida el pasado 18 de julio, la colocación de la cubierta de 120 metros de largo y 60 de ancho era sin embargo el momento más importante de todo el proceso de ampliación completado hasta la fecha.

La previsión de fuertes vientos lastró el pasado lunes el día previsto inicialmente para la colocación. El martes, de la misma forma, los responsables de la operación optaron por la cautela ante la inestabilidad meteorológica. Ayer, sin embargo, la estructura que durante las últimas semanas ha ido forjando su figura en los aledaños del Buesa lucía ya sus anclajes bien sujetos con la misma grúa -modelo Liebnerr 11350, con un brazo de 126 metros de altura- instalada para trasladar la cúpula. Pero no fue hasta las 10.45 horas cuando los espectadores que se amontonaban junto a las vallas empezaron a disfrutar del suave movimiento en el aire de la estructura, que en ese momento empezó a elevarse hasta alcanzar paulatinamente los 29 metros de altura.

Las 220 toneladas de peso -la cúpula, depositada ya sobre sus nuevos pilares en un extremo del aparcamiento, pesaba unas veinte toneladas menos- bailaban al ritmo que marcaba la faraónica grúa ante la atenta mirada de los ocho operarios colocados estratégicamente en las ocho torres sobre las que estaba apunto de ser depositado el nuevo cielo sobre el que el Baskonia disputará sus partidos -primero en enero del año que viene conviviendo con las obras y finalmente en junio ya con más de 15.000 asientos-.

"Hoy era el día más importante porque la operación requería mucho más tiento, más cuidado a la hora de proceder. Hemos estado los tres últimos días pendientes del tiempo y por fin hemos podido realizarla", se felicitaba ayer Julio Herrero, responsable del departamento de arquitectura de la Diputación foral de Álava. Cuatro horas después de iniciar el proceso, la cubierta quedaba colocada sobre sus nuevos anclajes a la espera de recibir en los próximos días las dos partes -una de ellas ya está terminada- que restan por ubicar. Una vez terminada, el pabellón lucirá en su parte superior -además de un extenso huerto de paneles solares- una característica corona de doce puntas que pasará a convertirse en la seña de identidad del recinto. "Ahora se aprecia por qué se prescinde de la cúpula que hasta ahora lo cubría", subrayó Herrero. Por su parte, el diputado general, Javier de Andrés, recordó que ésta se sigue conservando en los aledaños "porque tiene un valor en sí mismo, un valor de arqueología industrial alavesa".

futuro A partir de ahora, a falta de completar las últimas pinceladas del trabajo en el exterior del Buesa, tras el verano el grueso de la ampliación del pabellón se trasladará al interior del mismo. "Puede que la gente que lo vea desde fuera se pregunte por qué la obra no avanza, pero el trabajo que tenemos que acometer dentro va a ser tan importante como el de fuera", apuntó el responsable del servicio de arquitectura. Mientras tanto, el Buesa Arena disfrutará esta tarde de la bajada de Celedón cubierto con su reluciente y complejo techo. Un punto de inflexión que, en cierta manera, marca el ecuador de una mastodóntica obra de ingeniería .