VITORIA. La política de ajuste de salarios emprendida durante este verano por el Baskonia se extiende a un nuevo componente de su plantilla. Igual que en su día hiciese con Brad Oleson, Esteban Batista y Pau Ribas, el club vitoriano ha vuelto a llamar a la puerta de otro de sus integrantes para sondear su disposición a reducirse el salario. Se trata de Nemanja Bjelica, uno de los muchos jugadores a las órdenes de Dusko Ivanovic que rayó el pasado curso por debajo de las expectativas y cuyos agentes no han notificado todavía su conformidad a plegarse a los deseos de la cúpula directiva azulgrana.

Para convencer al balcánico, el Baskonia ha trazado una estrategia similar a la que planteó hace semanas con Pau Ribas. A cambio de que aceptara rebajarse el sueldo, el escolta catalán recibió una propuesta para ampliar dos años más su contrato. En el caso de Bjelica, el visto bueno a la disminución de su retribución durante la próxima campaña implicaría automáticamente la ampliación de su compromiso por espacio de una temporada más. Al serbio le quedan todavía cuatro años más de vinculación con la entidad alavesa, de ahí que si rubrica este nuevo pacto quedaría ligado hasta el 30 de junio de la campaña 2015-16 manteniéndose intacta la cláusula de salida que firmó hacia la NBA al final de la 2012-13. Sus apoderados, de momento, están sopesando esta posibilidad.

Dado que no es ajeno a los difíciles tiempos que atraviesa el deporte profesional y que pretende liberar la mayor cantidad de dinero posible para recomponer una plantilla que decepcionó por completo durante el último ejercicio, la contención del gasto se ha convertido en una especie de obsesión para Josean Querejeta. Especialmente sensible está siendo el presidente azulgrana con aquellos jugadores que no dieron la talla, entre ellos el propio Bjelica. A expensas de sus respuestas, tienen visos de ser los principales damnificados por esta medida que el Baskonia considera imprescindible para adecuarse a la compleja coyuntura económica del momento actual, presidida por la drástica reducción de presupuesto en la que se encuentran inmersos casi todos los equipos y donde conviene medir muy bien cualquier euro dilapidado.

una tortuosa adaptación Pese a ser uno de los baloncestistas peor pagados de la plantilla al aterrizar en el Fernando Buesa Arena como un prometedor valor de la prolífica cantera balcánica, la directiva baskonista entiende que los honorarios de Bjelica -cuya participación en el próximo Europeo de Lituania se halla todavía entre interrogantes al no haberse restablecido por completo de la operación de muñeca a la que se sometió a finales del mes de abril- no estuvieron acordes con su pobre rendimiento sobre la cancha.

Y es que el tres serbio, fichado a bombo y platillo el pasado verano como una de las apuestas más ambiciosas de los últimos años tras abonarse una onerosa indemnización al Benetton italiano, propietario de sus derechos, acaba de vivir una tortuosa aclimatación a una nueva realidad baloncestística en su primer año fuera de su país natal. A la sombra de un colosal San Emeterio, y sin un ápice de confianza por parte de un Ivanovic que le ninguneó hasta en las veladas más plácidas frente a adversarios de escaso fuste, quedó relegado al ostracismo hasta que una lesión le borró definitivamente del mapa en vísperas de afrontar el infausto cruce de cuartos de final de la Euroliga ante el Maccabi. Sin embargo, de cara a la configuración del próximo proyecto, Nemanja Bjelica constituye uno de los hombres indiscutibles debido a su extremada juventud y que su progresión es ilimitada. Ya más adaptado a la competición y dotado de la imprescindible experiencia como para no reincidir en sus errores producto de la bisoñez, el Baskonia mantiene una confianza ciega en sus posibilidades y confía en que haya dejado atrás los complejos acreditados durante su primera incursión en el baloncesto de élite. En caso contrario, la decepción será mayúscula.