vitoria. Semifinalista tanto en la ACB como en la Copa del Rey y cuartofinalista de la Euroliga. Datos en la mano y revisando fríamente su presupuesto comparado con el de los grandes transatlánticos continentales, se podría afirmar que el Baskonia ha satisfecho los mínimos objetivos que se le exigen por jerarquía y tradición. Sin embargo, a nadie se le escapa que el sabor de boca que deja la temporada recién concluida ayer tras la eliminación liguera ante el Barcelona es más bien agrio y amargo. Por un puñado de razones obvias, ni los aficionados, ni las altas esferas, ni el cuerpo técnico, ni los jugadores pueden esgrimir una sonrisa en la cara a la hora de enjuiciar unos resultados, a todas luces, insuficientes.
El primer año post-Splitter, como se temía, ha resultado traumático y deja un poso de amargura evidente por la alarmante falta de competitividad del equipo en los momentos críticos. Y es que el Baskonia viene de pasear una inoperancia, por momentos, lastimosa para optar a alguno de los tres títulos en juego. Lo peor de todo es que el cierre de esta campaña en blanco y sin ninguna alegría que llevarse a la boca se veía venir desde el pasado verano cuando el Caja Laboral incurrió en errores de bulto a la hora de planificar una plantilla con numerosas carencias que ha debido ser rectificada sobre la marcha. Esto tampoco exime su cuota de responsabilidad a técnicos y jugadores, que han dado la talla con cuentagotas.
La dolorosa marcha del poste brasileño hacia la NBA, que venía a sumarse años años atrás a las de otros hombres carismáticos, constituyó una losa insalvable para competir con el Barcelona o el Maccabi, los verdugos baskonistas. La falta del liderazgo, carácter y personalidad que ejercía el ahora cinco de los Spurs se dejó sentir desde los albores de curso y, pese al buen hacer de otros elementos de la vieja guardia, especialmente Fernando San Emeterio o el paso al frente del siempre controvertido Stanko Barac, el Baskonia nunca exhibió la solidez deseable para superar a otros rivales más armados y compactos.
17 jugadores usados Se sucedieron, de esta manera, derrotas muy hirientes -sobre todo lejos del Fernando Buesa Arena- que fueron minando la confianza de un conjunto ultradependiente del acierto exterior y que se desangró por su tibieza defensiva. Las esporádicas rachas de buen juego ante los ogros carecieron siempre de continuidad en cuanto la producción triplista se vio mermada. Entonces, el Baskonia fue un equipo del montón que acusó los defectos estructurales de su plantilla. Ello motivó sonrojantes derrotas a domicilio en Alicante, Sevilla o Valladolid y otros inesperados traspiés caseros ante el Prokom, el Zalgiris o el Lietuvos Rytas.
La fallida contratación de Pops Mensah-Bonsu, el erróneo experimento del bisoño Dejan Musli -una apuesta de futuro sin horas de vuelo- y el fiasco de Marcus Haislip, golpeado por las lesiones hasta que fue cortado por el club a finales del año pasado debido a un expediente disciplinario, desembocaron en el aterrizaje de numerosos temporeros (Rancik, Pietrus, Pape Sow, Dragicevic...) que nunca dieron solidez a la pintura. En un caso sin precedentes y el perfecto síntoma de los bandazos dados por el club, el Baskonia dispuso de la friolera de 17 jugadores en el presente curso.
La ausencia de un segundo base de garantías volvió a suponer un lastre para la dirección de juego. Querejeta e Ivanovic suspiraban porque David Logan o Pau Ribas ejercieran como escuderos de calidad de Marcelinho Huertas, pero a la hora de la verdad estas fallidas apuestas lastraron el rendimiento colectivo. El estadounidense con pasaporte polaco no fue el único fichaje que decepcionó por completo, ya que Nemanja Bjelica y Esteban Batista también rayaron a un nivel muy por debajo de lo esperado. El alero serbio, sin la confianza del técnico montenegrino, purgó su difícil adaptación a una nueva realidad baloncestística, mientras que el interior uruguayo ha sido una sombra del que deslumbró en el Fuenlabrada. Un año para olvidar, en definitiva, que previsiblemente abra la puerta a un cambio de ciclo.