VITORIA. Las desconexiones del Baskonia en los terceros cuartos de las confrontaciones empiezan a ser dignas de cualquier estudio científico. Tras el intermedio, un interminable desierto engulle sin piedad a un plantel huérfano de oxígeno que demanda a gritos nuevos elementos. Todos los méritos anteriores se desmoronan en apenas diez minutos infernales, los transcurridos entre el 20 y el 30, que destapan la versión más difusa del colectivo. Una y otra vez, ya sea por errores de concentración, cansancio u otra razón desconocida, el pertinente periodo para la reflexión altera los biorritmos de un Caja Laboral que se amansa y vuelve vulnerable en el momento de matar los encuentros.
El problema es que, cuando un día sí y al siguiente también, todos los problemas se concentran en un mismo tramo el asunto ya huele a chamusquina y no es fruto de la casualidad. Ese abrumador 24-6 encajado el pasado sábado en la Caja Mágica no ha sido ni mucho menos el primer desplome vitoriano en una temporada plagada de sinsabores en la que el equipo continúa sin dar con la tecla de la regularidad, especialmente lejos del Fernando Buesa Arena.
Porque este escuálido Baskonia formado únicamente por ocho integrantes y necesitado de una bombona de oxígeno para sobrevivir en cada comparecencia se ha convertido en el mejor exponente posible de la irregularidad y la inconsistencia. Durante muchos minutos compite con entereza y dignidad, pero en la carrera de fondo que implica cada combate ante rivales de similar o superior eslora, todos ellos armados hasta los dientes, languidece por asfixia y una simple cuestión numérica. Mientras otros técnicos rotan y rotan para gozar de una frescura imprescindible en los compases finales, los solitarios ocho peones utilizados por Ivanovic se antojan, a todas luces, insuficientes para dar una réplica oportuna. Cuando los partidos se endurecen, el desgaste se hace patente en las piernas y las fuerzas van flaqueando a medida que los adversarios elevan el pistón defensivo, el conjunto baskonista desaparece de la pista. Su pujanza en labores de contención baja numerosos enteros, los ataques carecen de fluidez y, en definitiva, los parciales escandalosos en contra se agolpan para desgracia de una masa social que empieza a asumir, con cierta resignación y desencantada, el final de un año sin excesivos botines que llevarse a la boca.
el mismo patrón En las once derrotas ligueras acaecidas hasta la fecha, existe un denominador común que justifica, en parte, el estado de dudas. La derrota parcial en el cuarto que desata las hostilidades tras el descanso suele producirse incluso con toda la crudeza del mundo. Además del Real Madrid, se registraron otros desmoronamientos frente al Fuenlabrada (34-7), el Barcelona (21-16), el Gran Canaria (28-15), el Valladolid (19-13), otra vez el conjunto blanco en el duelo de ida (12-18) y el Bilbao Basket (24-14). Todos ellos extrajeron petróleo de una persistente pájara que está lastrando el asalto azulgrana a la tercera posición de la fase regular en manos del Valencia.
Hasta en las victorias no acierta el Baskonia a quebrar esta inquietante dinámica. Dos modestos como el Manresa (29-26) y el Menorca (21-18) también se mostraron superiores en este intervalo de tiempo que se atraganta sistemáticamente pese a que, finalmente, no hubo que lamentar un nuevo traspié. Por no hablar del volcánico Maccabi de David Blatt, que trituró al Caja Laboral con unos parciales descorazonadores en los cuatro duelos del cruce de cuartos de final de la Euroliga. A base de imprimir un ritmo eléctrico a sus transiciones ofensivas y desplegar un baloncesto de altas revoluciones, dejó sin aliento a un combinado vitoriano que, con el paso de los minutos, tiene el depósito de la gasolina en la aguja de la reserva.
De aquí al inicio de los play off por el título, la inminente llegada de uno o dos fichajes se antoja providencial para alterar este rumbo. Eso o que Ivanovic se saque algún conejo de la chistera para, en el último tramo de competición, arreglar el entuerto que tantos quebraderos de cabeza está produciendo.