De Dusko Ivanovic siempre se ha dicho -con razón- que maneja con mayor soltura y eficiencia plantillas cortas con una rotación escasa que grupos con cantidades ingentes de jugadores de primer nivel. Del primer caso ha dado siempre buena cuenta en Vitoria. Del segundo hizo lo propio durante su etapa en Barcelona. Tal vez por eso, ahora que el Baskonia da por perdido a Nemanja Bjelica hasta los play off y parece haber renunciado a fichar un refuerzo cualquiera para suplir la baja de un Pape Sow del que ya nadie se acuerda, el montenegrino se siente en su salsa en este tramo final de la fase regular. No importa que la reglamentación permita disponer en el banquillo de hasta cuatro jugadores más de los que echar mano. Para Ivanovic, con ocho, basta. Menos donde elegir pero, en el otro lado de la balanza, más concreción en los roles. La receta del balcánico, a tenor de lo visto ayer en el Buesa, funciona.
Seis de los ocho pupilos del preparador azulgrana elevaron sus guarismos por encima de los diez puntos. Los dos únicos jugadores que se quedaron por debajo de sus compañeros en materia anotadora fueron, tiene narices, los dos escoltas puros. Ni David Logan -que se quedó en 6 puntos- ni Brad Oleson -4 para el alaskeño- contribuyeron en gran medida a la victoria, al menos en lo que a puntos se refiere. Tampoco importó demasiado. Con Teletovic, Batista o Huertas jugando a mil revoluciones por minuto, el ostracismo de dos de los hombres llamados a ejercer de killers en la escuadra vitoriana se quedó al final en un curioso dato para la estadística.
garra y aliento Ahogado por la defensa de Huertas y Ribas, Aaron Jackson acabó desesperado -al igual que el resto de hombres de negro- ante la barrera defensiva levantada con sapiencia por la dupla de amigos baskonistas. Al menos su licenciatura en psicología podrá servirle para calmar hoy sus ánimos. Cercenado uno de los grandes baluartes del Bizkaia Bilbao Basket, el equipo de Fotis Katsikaris acabó relegado a la nada -Hernández-Sonseca fue ayer su máximo anotador, con 19 puntos- allanando el camino hacia el triunfo para un Caja Laboral que levitaba con la garra de Batista , los triples desde su casa de Teletovic y el lucimiento -a veces excesivo- de Huertas, tan capaz de llevar un "oh" a la grada con un pase por la espalda como un "puf" con una entrada a canasta más propia del playground neoyorkino.
Pero, en una cálida matinal de domingo, una de esas que tanto gustan a la ACB y tan poco a los baskonistas trasnochadores, uno de los grandes encargados de hacer vibrar los asientos de un Buesa en obras fue sin duda Esteban Batista, héroe local tras machacar el aro con dos jugadores bilbaínos encima y descarado como pocos cuando un ayer inexistente Axel Hervelle tuvo la poco apropiada idea de encararse con él. Sentir de cerca el aliento del uruguayo no debió ser una grata experiencia, pues el interior belga enlazó su cara a cara con Batista con una sucia falta antideportiva a Pau Ribas cuando el catalán corría un contraataque y se disponía a anotar sin oposición. Corría el segundo cuarto y poco importaba ya. La aflicción del cuadro bilbaíno, personificada en Hervelle, se prolongó ante las continuas acometidas locales. El resto fue un trámite.