Vitoria. Si el Baskonia saliera hoy mismo a bolsa, dos de sus principales valores vivirían sensaciones contrapuestas. El rendimiento al alza de David Logan contrasta hoy en día sobremanera con la cotización a la baja de un Brad Oleson que atraviesa una grave crisis de identidad. Si bien el de Alaska se ha consolidado en los últimos tiempos como un fijo de los quintetos titualres de Dusko Ivanovic, su bagaje está dejando mucho que desear. Prueba de ello es su ínfimo rendimiento en los tres encuentros de la semana pasada, en los que ha pasado de puntillas y rayado a un nivel a todas luces decepcionante.

Quien fuera la sensación de la Liga ACB ataviado con los colores del Fuenlabrada continúa sin gozar de la continuidad necesaria en la capital alavesa. Más allá de que Ivanovic le ha otorgado en muchos partidos la etiqueta de perro de presa para secar a la estrella rival, el club le fichó seducido por su talento ofensivo y la seguridad de que marcaría diferencias en ataque gracias a sus excelentes condiciones. Tras una temporada repleta de altibajos, Oleson acumula dos solitarios puntos en los tres últimos duelos. Frente al Maccabi, ni siquiera se ha estrenado, y el domingo en Mahón firmó una canasta en los prolegómenos antes de caer en el anonimato.

El hecho de que la plantilla baskonista esté tan golpeada por las lesiones y demande la máxima implicación de todos los peones convierte en cada vez más urgente la necesidad de que el escolta con pasaporte español resurja del letargo y vuelva por sus fueros. Afortunadamente, su desaparición está siendo solapada por el excelente despliegue ofensivo de Logan, cuyo instinto depredador ha sacado las castañas del fuego en más de una ocasión. El estadounidense nacionalizado polaco, capaz de desatascar numerosos ataques gracias a sus ramalazos de talento, se consolida día a día como una de las principales soluciones ofensivas de un equipo que, de cara a la doble confrontación ante el Maccabi, necesitará recuperar el mejor nivel de todos sus elementos.