ESTÁ en su plena madurez. Este año Aker cumple ya 23 años. Parece que fue ayer cuando este carnero azulgrana debutó en la grada del antiguo Buesa Arena durante el curso 1988-89. Desde entonces la mascota baskonista se ha ganado las simpatías de todos los fieles del conjunto vitoriano por la entrega con la que anima y el cariño con el que trata a grandes y pequeños.
Aker es historia viva del Baskonia. Todo un símbolo. Con esa idea se creó hace ya 23 años coincidiendo con la llegada de Josean Querejeta a la entidad. El club buscaba crear una figura que permaneciera en el tiempo y que sirviera para unir y entretener a la afición. Los rectores del cuadro azulgrana idearon entonces crear un animador que personificara los valores del club, con el objetivo de atraer al público más joven.
Pues bien, después de más de dos décadas levantando al pabellón, Aker, no solo ha calado hondo entre los más txikis, sino que también hace las delicias de los mayores.
La mascota, cuya réplica a escala reducida regalará en las próximas semanas DIARIO DE NOTICIAS, ha cambiado ligeramente desde su nacimiento al sustituir la fibra de vidrio con la que estaba realizada su cabeza al principio por un material más seguro. Lo que no ha cambiado son sus señas de identidad. Impregnado con el carácter Baskonia, Aker encarna los valores del club, en los que se trata de fomentar la práctica del deporte y la vida sana.
El carnero ha accedido a dar una entrevista a DNA y para ello ha hecho falta echar mano de uno de los intérpretes del club para traducir las impresiones de la mascota baskonista. El fiel seguidor azulgrana destaca sentirse "orgulloso" por poder ejercer de mascota del Baskonia. "Ser uno de los símbolos del club es un honor que llevo con los cuernos bien altos", apunta.
con todas las ganas Entregado al máximo como bien apunta. "Siempre animo al equipo con todas las ganas del mundo, porque es lo más importante para mí. Lo siento tan dentro que a veces me gustaría salir a la pista a tirar yo los tiros libres, ¡aunque fuera con los cuernos!", bromea. Siempre con una sonrisa. Para hacerse fotos, chocar la mano a los niños y sacar una sonrisa a cualquiera que lo necesite. "Me hace mucha ilusión porque con los niños es con quien mejor me lo paso".
Es Aker, el animador del Baskonia, función que realiza encantado. "Se lleva genial, cada año estoy más animado: ¡Es un chollo esto de no envejecer! La verdad es que percibo el cariño del público partido tras partido y eso anima para hacer las mayores locuras por el Baskonia".
Han sido muchas hasta ahora. Él mismo las recuerda con cariño. Ha bailado, hecho piruetas, mates estratosféricos, montado en bicicleta y como explica, "¡incluso he entrado volando al pabellón!". Recuerdos imborrables. Sobre todo los recibimientos en la Virgen Blanca. "Lo mejor es la ilusión que ves ahí en los ojos de cada niño", rememora.
Por eso disfruta en Vitoria. Aker está encantado en el club de sus amores al que profesa amor eterno. Fiel y sin miedo a caer en posibles tentaciones por la llamada de un club grande. Ni el salto a la NBA se le pasa por la cabeza. "No hay dinero en el mundo para llevarme a mí a otro club que no sea Baskonia. No, en serio, los demás clubes del mundo saben que Baskonia es tan importante para mí, que nunca nadie se ha atrevido a hacerme una oferta. Es como si se llevaran a Celedón a los Sanfermines: ¡Eso no puede ser!".
Pese a que Aker es muy celoso con su vida privada, no tuvo reparo alguno en reconocer quien le ha robado el corazón. "Hay muchas cabritillas que me han rondado, pero enseguida se dan cuenta de que el amor de mi vida es el Baskonia. Es así, he nacido para ser azulgrana y este club será siempre mi única novia", concluye este singular carnero azulgrana. El símbolo del Baskonia.