Vitoria. Hablar del Panathinaikos es hacerlo de uno de los cinco mejores equipos de Europa en la actualidad. Ganador de cuatro Euroligas en la última década y de las ocho últimas ediciones de la liga griega, el conjunto de Obradovic infunde pavor desde todas sus aristas pese a haber perdido en verano a Jasikevicius, Spanoulis y Pekovic. Con una espina dorsal muy definida desde hace años y la sabia batuta del entrenador más laureado de Europa como principal punto de distinción, se presenta en el Buesa Arena como un rival temible para este Baskonia en horas bajas.

El trébol, eso sí, no luce tan reluciente como antaño. Los dueños del club, los adinerados hermanos Pavlos y Thanassis Giannakopoulos -propietarios del mayor imperio farmacéutico de Grecia-, se han apretado el cinturón para esta temporada a la hora de configurar un bloque que, sin embargo, conserva a seis o siete jugadores de máxima calidad. Los incombustibles Diamantidis y Batiste, dos seguros de vida que en los momentos de máxima presión tiran del carro, son la cabeza visible de un colectivo con infinidad de cicatrices en el cuerpo y muchas dosis de oficio que, a falta de una gran referencia interior tras la grave lesión de Maric, se nutre de su perímetro.

Además del internacional heleno, sobresalen en esta faceta dos tiradores letales como el ex baskonista Nicholas y Tepic, aunque en su caso adolece de la continuidad de la que gozaba en el Partizan. En el puesto de tres, tan huérfano de gangas hoy en día en el Viejo Continente, figuran los fornidos Sato y Perperoglou. El primero ha brillado con luz propia durante los últimos años en Siena, mientras que el segundo es otro clásico de la rocosa selección griega que tanto ha despuntado. La versatilidad de Fotsis, un cuatro abierto que abre el campo, y la constancia de un rejuvenecido Tsartsaris son otros rasgos inconfundibles del campeón heleno.

La pintura se ha visto reforzada con dos inesperadas apuestas fruto del recorte presupuestario como Kaimakoglou y Vougioukas, procedentes del Maroussi y Panellinios respectivamente. Los jóvenes pero inexpertos Zoumpos y Bogris, con escasa presencia sobre la cancha, completan un roster temible que, no obstante, parece estar un peldaño por debajo de otros colosos continentales. Al menos, en cuanto a nombres.