EL Caja Laboral tiene sobrados motivos para estar preocupado por su desconcertante inconsistencia durante la presente temporada, pero si se compara con el Unicaja -su primer obstáculo mañana en la apertura del Top 16 de la Euroliga- su estado actual es una balsa de aceite. Las dos grandes alternativas del baloncesto español a los sempiternos clubes de fútbol viven realidades antagónicas. El club vitoriano, con sus altibajos, se mantiene año tras año en la cresta de la ola y se consolida como un devorador insaciable de títulos. En cambio, los sufridores aficionados costasoleños llevan malviviendo durante excesivo tiempo por el errático rumbo emprendido por una entidad que hoy en día es lo más parecido a la casa de los líos.

La cantada destitución de Aíto García Reneses, relevado por el hasta ahora ayudante de Salva Maldonado en el Fuenlabrada, Chus Mateo, ha apaciguado los exaltados ánimos alrededor de un equipo que acumula varios años de sequía y colecciona fracasos a pasos agigantados. Por segundo año consecutivo, el Unicaja -para quien no lo recuerde, el tercer mayor presupuesto de la ACB- verá la Copa del Rey por televisión y sigue incapaz de rentabilizar los generosos dispendios económicos de la caja de ahorros que gobierna el club. Quizá sea ese el mayor pecado del inminente rival baskonista: confiar el poder de la parcela deportiva a unos directivos cuyo conocimiento del baloncesto es más que limitado.

Desde que a mediados de la pasada década alcanzara su momento de gloria con los títulos de Copa y de Liga, éste ante el Baskonia, el Unicaja se ha sumergido en un callejón oscuro. Jorge Garbajosa constituía la punta del iceberg de un equipo plagado de nombres rutilantes (Marcus Brown, Pepe Sánchez, Herrmann, Risacher, Santiago, Cabezas...) y brillantemente dirigido por Sergio Scariolo, pero la marcha del cuatro de Torrejón de Ardoz a la NBA supuso el preludio del desmoronamiento. Si en el Buesa Arena la fuga de figuras emblemáticas hacia la mejor liga del mundo se digiera ya con cierta naturalidad, el Unicaja demostró una nula capacidad de reacción para rehacerse.

La entidad malagueña vive en una convulsión permanente. Durante el verano, el consejo de administración revolucionó su estructura interna con el fin de dar un volantazo a la crisis. Abandonaron el barco los controvertidos Berdi Pérez y Juanma Rodríguez, que cedieron el testigo de la dirección de la parcela deportiva al hasta entonces delegado Manolo Rubia. Al poco de iniciarse la temporada y después de que los primeros malos resultados constataran la pésima construcción de la plantilla, la repentina marcha de su anterior presidente, Francisco de Paula Molina, y la llegada al cargo de Eduardo García constataron ese vacío de poder.

varios discutidos La apuesta más ambiciosa a la hora de dar un salto de calidad al equipo, Terrell McIntyre, ha resultado, hasta la fecha, un auténtico fiasco. El otrora mejor base de Europa cuando vestía la elástica del Montepaschi, ya en el declive de su carrera, se ha visto azotado por un rosario de problemas físicos que le han impedido alcanzar el sobresaliente nivel de tierras toscanas. Otro discutido es Giorgios Printezis, otro de los mejores pagados cuyo rendimiento no pasa de ser discreto. Acaso los jóvenes Saúl Blanco y Joel Freeland, junto al oficio de ese escolta curtido Berni Rodríguez, sean los cimientos más sólidos sobre los que se pueda construir un interesante proyecto de futuro que ponga fin a esta travesía por el desierto.

Con Chus Mateo -ayudante de Scariolo en la época más gloriosa del club- como nuevo inquilino del banquillo hasta el final de la temporada, el Unicaja busca enderezar una trayectoria errática, despedir dignamente un curso y volver a ilusionar a su desencantada grada. Para el Baskonia, el partido de mañana en el Martín Carpena será una oportunidad inmejorable de pescar en río revuelto y encauzar su billete para los cuartos de final de la Euroliga.