Vitoria. La palabra fracaso suele permanecer desterrada del vocabulario deportivo por sus principales protagonistas. Un concepto intangible, temido por todos, que sobrevuela continuamente a aquellos equipos que basan su día a día en los objetivos que se marcan a principios de temporada. Puede matizarse o edulcorarse, como el propio Sergio Scariolo hacía ayer en las páginas de este periódico, al considerar "una decepción, nunca un fracaso" la posible eliminación del Khimki a las primeras de cambio, pero nunca dejará de ser una realidad con la que todo deportista debe convivir en su trabajo. Esta tarde (20.45 horas, ETB-1) el Baskonia se topa de bruces-de forma inesperada pero, en cierta forma, merecida por su juego- con la primera gran final de la temporada.

Perder hoy ante el Khimki significará no solo la despedida inmediata de la Euroliga -aunque Zalgiris o Partizan podrían prolongar la agonía baskonista en caso de caer derrotado uno de los dos a la espera de la próxima jornada- sino un varapalo económico de notables proporciones para las ya de por sí maltrechas arcas del Buesa Arena en los tiempos que corren.

Por otra parte quedaría por comprobar el golpe que supondría para la moral del conjunto vitoriano, pero eso es un contexto que ahora mismo es mejor dejar a un lado, porque la maltrecha situación que atraviesa el Caja Laboral quedaría enterrada en el olvido si vence al cuadro ruso y revierte por fin su rumbo para acabar con sus cinco derrotas consecutivas en la competición continental.

Pero para la escuadra azulgrana hoy ha llegado el momento de hacer borrón y cuenta nueva, pues sólo en sus manos está evitar una hecatombe deportiva y económica inédita en la historia reciente de la entidad baskonista. Enfrente, con un agobio y una necesidad similar a las del Caja Laboral, el Khimki de Scariolo vuelve a cruzarse en el camino de los alaveses apenas un año después de quedar apeados de los cuartos de final tras el ya histórico enfrentamiento -con prórroga para buscar la diferencia de puntos incluida- entre Baskonia y Cibona de Zagreb.

Y ése es precisamente un aspecto que el equipo de Dusko Ivanovic debe cuidar esta tarde. Porque sus pupilos no solo deben ganar, sino también superar el average particular con los moscovitas (64-60 en el duelo de ida) para que su triunfo no deba verse refrendado en las dos agónicas jornadas restantes.

crecerse ante la adversidad Con el plantel al completo por parte azulgrana y la duda de Zoran Planinic en el Khimki -que, salvo recaída, jugará- el Caja Laboral apelará de nuevo a la siempre fructífera comunión con sus aficionados para que las turbulentas aguas que golpean al pabellón de Zurbano retornen a su cauce. Acostumbrado a crecerse ante la adversidad, el equipo vitoriano tiene ante sí una nueva oportunidad de superación. Sin embargo, si logra aprobar el examen y corroborar la nota en los dos partidos que restan hasta el Top 16, llegará el momento de pararse a reflexionar sobre los motivos que han llevado al equipo de Ivanovic a enfrentarse a un cara o cruz de estas características en pleno mes de diciembre, con la posibilidad real de quedarse fuera de la siguiente fase en caso de repetir ante el Khimki los mismos errores que surgieron contra el Asseco Prokom o el Cajasol. Pero eso será otra historia.